una región en alza
La hora de Vegacervera
Un antiguo señorío medieval reconvertido al turismo de calidad, que lucha por no ser uno más de los núcleos despoblados
Desde los albores de La Reconquista, protegido de la furia musulmana por un esbelto castillo, se asienta en la Montaña Central leonesa el muy noble Concejo de Cervera. De los 27 pueblos adscritos a su antigua circunscripción —once de los cuales sólo se conservan en la memoria documental escrita—, el actual municipio de Vegacervera mantiene únicamente cinco: Coladilla, Valporquero, Valle, Villar del Puerto y el propio Vegacervera. La feliz coincidencia de que hoy domingo se celebra la XXI Feria de la Cecina de Chivo, bien merece que dedicar este Retablo semanal a la incomparable villa montañesa.
El hecho de que ya en el año 1042 se cite el Concejo de Cervera en el Fuero de Fenar, amparando expresamente los movimientos repobladores entre ambas demarcaciones, nos indica que sus primitivos asentamientos pueden datarse, cuando menos, de un siglo atrás. Lo mismo ocurre con el castillo de Cervera, que aparece reseñado el año 1103 en la concesión realizada por el rey Alfonso VI, delimitando en el documento las fronteras que abarca el señorío cerverense.
La intensidad de los despoblamientos ocurridos en el Concejo de Vegacervera en los límites de la Alta a la Baja Edad Media, han sido estudiados exhaustivamente por José Manuel González y Julia Miranda, que en su documentado libro El Municipio de Vegacervera, atribuyen este fenómeno a diversas causas, como pueden ser: la peste, los incendios, corrimientos de tierras o la climatología adversa. De todas maneras sorprende que esa desaparición supere las cotas más altas de los despoblados conocidos en tierras leonesas, ya que difícilmente llegan a alcanzar un porcentaje del 65 % de poblamientos vacíos en una misma jurisdicción, pues frente a los cinco núcleos actuales, ya mencionados, contrastan los nueve que sólo la memoria histórica del Archivo de San Isidoro recuerda con la sonoridad de sus nombres: Bociello, Castillo de Cervera, Cuvillas, Eriella, Espinosa, Retuerta, Riazo, Vardade y Villiella; topónimos que pasaron a engrosar la cada día más larga lista de asentamientos fosilizados en el devenir de la historia leonesa.
El tirón de la cecina de chivo
Pero evocaciones y añoranzas aparte, el actual municipio de Vegacervera lucha denodadamente por remontar la universal tendencia de los núcleos rurales a seguir aumentando el número de despoblados. Y para lograr este difícil equilibrio, y conseguir que su censo haya pasado de un crecimiento cero, a un alza considerable, han sabido engancharse al tren del turismo, que bien conducido, suele llevar a su ocasional clientela al disfrute de un superior nivel de vida. La gran subida del censo en Valporquero de Torío, que a final de los años setenta llegó a tener un solo vecino, el paralelo ascenso de El Valle de Vegacervera y Coladilla y la firme estabilidad de la capitalidad del municipio son ejemplos que pregonan la acertada política corporativa de los últimos tiempos, y mantienen su censo en 356 habitantes.
Y es que el turismo, bien administrado, puede hacer milagros, siempre que se sepan «vender» con honradez y seria publicidad los recursos naturales adobados con el ingenio y el trabajo de sus portavoces. Bien es verdad que la naturaleza ha sido bastante pródiga en dotar de atractivos paisajes el entorno de esta bendita tierra. Las sobrecogedoras Hoces de Vegacervera, horadadas por un Torío todavía niño, con la paciencia y la constancia reservadas a las eras geológicas en cómputos millonarios, vienen a complementar otra gigantesca y descomunal obra de las bravas aguas montañesas: la cueva de Valporquero, reclamo sobresaliente en las ofertas turísticas de nuestra provincia.
Pero también el ingenio de que hablamos tiene su protagonismo en saber ofertar los productos de la tierra. Vegacervera no se ha conformado con que sus magníficos embutidos y la sabrosa cecina de chivo sirvan de objeto restringido a su colonia veraniega y visitantes de ocasión. Las buenas gentes de este afortunado rincón leonés, han sabido traspasar fronteras con la feliz idea de institucionalizar una fiesta especialmente dedicada a la exaltación de estos productos tan netamente unidos a la gastronomía leonesa.
Hoy, en la XXI edición de esta ya afamada y consolidada fiesta, los visitantes podrán degustar el rico embutido de la zona, la cecina de chivo, los quesos… todo ello acompañado de un buen vinillo, también leonés, y sobre todo del cariño de un pueblo dinámico y acogedor.
Esperemos que nuestro buen amigo y alcalde de Vegacervera, Luis Rodríguez Aller, vea —emergiendo de la profunda crisis que atravesamos— realizado el sueño, que tantos sueños le ha quitado: la puesta en marcha del teleférico que pase a ser como un faro de reclamo en toda Castilla y León. Bien lo merece esta Corporación, que ha puesto alma y vida en conseguirlo para ofrecer a su pueblo un servicio que engrandezca, aún más, los muchos recursos turísticos que atesoran.