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RETABLO LEONÉS

Tras las huellas de Gil y Carrasco

Publicado por
ENRIQUE ALONSO pÉREZ
León

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En la popular y villafranquina Calle del Agua, con el empaque de dos hermosos escudos de nobleza, subsiste la casa en la que el melancólico poeta berciano, Enrique Gil y Carrasco nacía el día 15 de julio de 1815. Treinta años después, el 22 de febrero de 1846, nuestro paisano moría en Berlín, después de habernos legado una intensa y extensa producción literaria.

En este año, que se cumple el 165 aniversario de su muerte, nuestro Retablo quiere rendir este pequeño homenaje a quien la Historia de la Literatura Española no ha sabido reconocer en toda su profundidad creativa, pero que los leoneses estamos obligados a su permanente reivindicación por razones de justicia.

Su formación, estrictamente católica, fue dirigida durante cinco años (1824-1829) por los Padres Agustinos en Ponferrada, que imprimieron en el educando una esmerada preparación latinista. Los dos años siguientes, desde el monasterio benedictino de Vega de Espinareda, comienza sus estudios filosóficos, que remata en el seminario conciliar de Astorga al curso siguiente. Su curriculum se vería enriquecido con la carrera de Leyes, que inició en Valladolid y que, por razones familiares adversas no pudo terminar hasta el año 1839 en Madrid.

El ilustre berciano, que como todos los románticos de su época gustaba de hacer un periódico de colaboración, no encontró ocasión de hacerlo hasta la liberación de la férrea censura que caracterizó el reinado de Fernando VII. Por eso, nuestro hombre no se dio a conocer hasta el día 17 de diciembre de 1837, en que el periódico El Español de aquel día publicaba su poesía La Gota del Rocío que fue la llave que le abrió el mundo de las letras en la Corte, y le proporcionó la amistad de numerosos poetas, entre los que se encontraba Espronceda, con quien su unió, en el año 1841 para redactar el periódico de literatura El Pensamiento .

Como poeta no tardó en conquistar un puesto entre los principales representantes de la Escuela Romántica, publicando composiciones tan inspiradoras como La Violeta , El Pastor Trashumante , El Maragato … o la que dedicó a su fraternal amigo Espronceda: «no es mi canto un eco de dolor, sino una trova de libertad…» tiernísima elegía que leyó ante su cadáver el 24 de mayo de 1842, en la Sacramental de la Puerta de Atocha.

Leonesista de vanguardia

Como portadores y difusores de las esencias leonesas, no nos resistimos a dejar constancia del arraigo leonés que distinguió a nuestro poeta a lo largo de su vida y de su obra. Nada mejor para ello que traer, unos pocos de los muchos apuntes que dejó escritos, cuando la nostalgia de su tierra le hacía comparar lejos de sus fronteras los paisajes y costumbres con cada lugar de sus recorridos juveniles. Para ello, nos remitimos a su sencillo Diario de Viaje , que camino de Berlín, escribió a su paso por distintas poblaciones: «Bruselas, 10 de agosto de 1844. El poeta se asoma a la torre de la catedral … Semejante panorama nada tiene de común con el que ofrecen las torres de la catedral de León».

«Bonn, 5 de septiembre: «En el camino, sobre todo en la perspectiva de las siete montañas he encontrado grandes semejanzas con otras escenas iguales de España, sobre todo de León».

«Coblenza, 8 de septiembre: «…Estos bosques, de cuya verdura y lozanía sólo he hallado ejemplo en algunas de las montañas del Bierzo, y sobre todo entre Peñalba y Montes…».

Desde el lago de Laach, el 10 de septiembre: «Traíame a la memoria el lago de Carucedo y los paseos que he dado por sus orillas, pero por mucho que me complaciera el que tenía delante, recordaba con gusto el de mi país, mucho más grande, más variado y más hermoso».

«Bingen, 12 de septiembre: «Antes de salir de San Goar, esta mañana, fuimos a recorrer un valle que llaman el Valle Suizo, y que comienza en el castillo del Gato. Es lindo, pero nada nuevo me ha ofrecido, ni aún iguala a muchos de los que he visto en la provincia de León».

«Hannover, 22 de septiembre: «…Entre los valles y cañadas he encontrado algunos que se parecen a los del Bierzo, no en las orillas del Sil o del Cúa, sino en la parte más seca hacia Fresnedo».

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