Siria en el registro árabe
La Liga de los Estados árabes hizo sus deberes y mientras el anfitrión de su cumbre anual despedía a los líderes reunidos en Bagdad, la televisión local se refería extensamente al éxito de la reunión. que lo fue, en efecto, pero solo para el Gobierno iraquí que pudo hacer de la conferencia un jalón en su vuelta al escenario: hacía más de veinte años que no se celebraba una sesión de la Liga allí y, además, había asistido el emir de Kuwait, el jeque al-Shabah, cuyo país fue invadido por el Irak de Sadam Hussein en 1990.
De modo que el Gobierno iraquí —dirigido por un chií no muy estimado por sus vecinos, Nuri al-Maliki— puede dar por bien empleados los 500 millones de dólares que gastó en la preparación. Pero incluso en ese registro puramente regional y pese a la visita del emir kuwaití hay lunares: solo Kuwait entre los Estados del Golfo envió a su jefe y los demás tuvieron representación a nivel ministerial e, incluso, de simples embajadores. Un desastre.
La razón es clara y se llama no solo Siria. El Gobierno iraquí es cauteloso, no apoya a los intervencionistas o más críticos y pide la clásica ‘solución entre sirios’ que, amparada por el plan de mínimos de Kofi Annan, respaldado por la ONU, prorroga de hecho la situación y es percibido por muchos observadores como más útil para el régimen que para la oposición armada. Así, el ala intervencionista, sobre todo animada por Catar y Arabia Saudí, vació de hecho una cumbre que tenía en el plan el centro previsible de su comunicado final.
Todo esto prueba que la conferencia de la Liga sirvió, como siempre, para que cada uno defienda su dossier y, con la excepción de la causa palestina (la OLP es miembro de pleno derecho) que dispone de un apoyo completo y unánime aunque a menudo retórico y poco práctico, para comprobar que el mundo árabe es diverso, plural, poliédrico, mixto y culturalmente, contra lo que se ve aquí, muy variado y con frecuencia contradictorio
Y todo esto pesa a la hora de juzgar el conflicto sirio y sus eventuales soluciones porque las diferencias se extienden al plano geoestratégico y Siria es ahí un peón decisivo.