joaquín nieves lópez
el descanso del sabueso
«¡ay, nieviñas, qué bien te conservas!», le dijo manuel fraga en su última visita a la ciudad a este veterano del periodismo leonés, toda una vida entre sucesos, partes del gobierno civil y partidos de fútbol a bajo cero
Tiene Joaquín Nieves innato talento no sólo para husmear y localizar la novedad allá donde se encuentre sino para ir hilvanando unos datos con otros de tal apretada y trenzada forma que el oyente no avisado sufre serio riesgo de quedar atónito y petrificado ante la avalancha de informaciones que salen de su boca. Gallego por nacimiento, paisano leonés por vocación y dedicación, muchos recordarán su firma diaria en Proa refrendando la veracidad de cientos, miles de artículos relacionados con temas de todo pelaje: desde los partidos de la Cultural y el Júpiter al precio de la luz pasando por accidentes, robos, caídas y multas a infractores de la ley.
Veterano de casi medio siglo de periodismo leonés, Nieves nació en 1924 en la balnearia Verín («¿sabes que los que son de mi pueblo tienen derecho a tomar las aguas a pie de manantial?»), hijo de maestros (el padre, además, corresponsal de la agencia Efe), estudió en el Instituto de Orense y cuando en segundo de Bachillerato le quedó Matemáticas en junio acudió a una convocatoria llena de jóvenes soldados «que marchaban rumbo al frente de Asturias», recuerda. «¿Y tú, hijo, también vas?», le preguntó un profesor. «No, yo soy de los que suspendí en junio», respondió. «Anda, marcha, que hoy aquí aprueba todo Dios...». Y escapó.
Sus profesores de Literatura le animaron a estudiar Periodismo, porque ya el chaval se animaba a enviar alguna croniquilla a Faro de Vigo (franquicia de dos céntimos valía enviar el escrito), sonsacando incluso documentos a la policía portuguesa sobre el maquis galaico-leonés en aquellas ‘noticias de frontera’, y en la Escuela de Periodismo de Madrid recibiría clases de Enrique de Aguinaga (Cronista Oficial de Madrid, «¡que aún vive!», celebra Nieves con alborozo), Pedro Gómez Aparicio, José Altabella... fue becario de Editorial Católica y del diario Ya , y hasta quisieron ficharlo para TVE, pero en aquel momento la Escuela enviaba a sus licenciados a destinos concretos como si aquello fuera un ministerio. Y a Nieves le tocó el oficial Proa de un León del que procedía su mujer y al que le unían vínculos familiares.
En la página de sucesos dio cuenta de los hechos que inquietaron o escalofriaron a la ciudad y a la provincia, aunque el oficio se ejercía de forma muy diferente a hoy («nos dejaban el parte en un cajoncito, en el Gobierno Civil, y allá íbamos Marcelo el del Diario y yo a por él). También le tocó perseguir a la Cultural y a aquel recordado equipo del Júpiter en muchos viajes, grandes nevadas incluidas... porque no es que aquella redacción estuviera sobrada de personal, no: «Valdés, Gavilanes, Clérigo el archivero, que tiraba las fotos al cuarto del archivo por una rendija, y que cayeran donde cuadrara, y yo; y Lamparilla, que una vez a punto estuvo de incendiar a la redacción: para escribir se hacía una especie de tienda de campaña con unas cortinas porque le molestaba la luz, y una tarde empezó a arder todo aquello»). También recuerda aquel terrible accidente de autobús cerca de Benavente, en el que perecieron 49 personas (45 de ellas, niños), y hasta donde ‘volaron’ César, Javier Fernández y Nieves. Allí, un cura les intentó disuadir («¿no veis que esta noticia es muy alarmista y no se debe dar?»), pero cayeron en gracia a un alto mando del ejército que, además de la información, les dio «un chusco y un huevo frito». También se acuerda de los 17 muertos en la mina de Casetas, tema que mandó para El Caso , y los muchos rostros famosos que conoció durante una larga trayectoria que duró hasta la conversión de Proa en La Hora Leonesa más tres años en Protección Civil, como el ex alcalde Luaces («no lo apartaron por masón ni por librepensante, sino por hedillista) o Manuel Fraga («¿no sabes que andaba así después de una caída que tuvo con la bici en Sahagún, cuando venía a ver a su, entonces, novia Carmiña Estévez?»). «¡Ay, Nieviñas, qué bien te conservas!», le dijo el de Villalba en su última visita a León.