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Publicado por
fernando mañueco
León

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Pocos son los analistas que consiguen evitar el recurso a imágenes relacionadas con la medicina para describir la maltrecha situación de la economía europea. Enfermedades y tratamientos de todo tipo se utilizan como metáfora para explicar situaciones, motivos, razones y futuribles.

Una de las alegorías más acertadas es la que alude al evidente sobrepeso que afecta a la deuda de determinados países y a la imperiosa necesidad de un adelgazamiento. Algo así como un paciente que da en la báscula 120 kilos y debe volver a su peso ideal de 80. Ese es el objetivo. Reducir el sobrepeso. Llegar a cifras saludables y garantizar la supervivencia y la calidad de vida del paciente. El problema reside en cuál de los caminos posibles es el mejor.

Hay dos fórmulas diferentes. La Dra Merkel —prestigiosa especialista alemana en medicina de urgencia— cree que es vital reducir el sobrepeso con toda rapidez. Sin tibiezas ni medias tintas. Apuesta por tomar medidas drásticas. El paciente corre un serio peligro en esta situación, por lo que hay que hacerle adelgazar a toda prisa. Por eso, la Dra. Merckel es partidaria de entrar en el quirófano sin pensárselo dos veces, dispuesta a cortar por lo sano. En poco tiempo, efectivamente, el paciente llega a su peso ideal. Pero queda sin capacidad de movimiento, sin esperanza alguna y sin posibilidad de reacción.

Frente a esta terapia de choque que busca resultados rápidos, —pero que olvida otras facetas de la vida del enfermo—, empieza a abrirse camino otra corriente de pensamiento. La capitanea, o puede hacerlo, el Dr Hollande. Un facultativo francés nuevo en esta plaza. Hollande también cree que hay que cortar por lo sano, pero sólo para reducir el tejido adiposo. Sólo lo superfluo, sin dañar las funciones vitales del cuerpo. Hace falta un muñón sano en el que apoyarse para salir de la crisis. Opta por tanto por una liposucción, seguida de una severísima dieta complementada con mucho ejercicio. En este caso, el paciente tarda más en llegar a su peso ideal, pero finalmente lo consigue. Y cuando ha llegado a la meta se encuentra bien, con fuerza y con posibilidades de seguir una larga y apacible vida.

Parece que Alemania ha comenzado a vislumbrar la lógica de este argumento y presentará un plan de reactivación económica para Europa que suavice los efectos de los salvajes recortes presupuestarios que se exigen a los países periféricos.

Hace falta, primero, que el BCE tome conciencia de que debe liderar el proceso, de la misma forma que lo ha hecho la Reserva Federal en EE.UU., el Banco de Japón en el país del Sol Naciente y el Banco de Inglaterra en el Reino Unido. Hace falta una política monetaria expansiva. Hace falta más dinero en el sistema, aunque eso provoque un repunte de la inflación. SLa austeridad es necesaria, pero no es suficiente. Es necesario el crecimiento económico.

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