PSICOLOGÍA
Los beneficios del grupo
Aunque parezca contradictorio, la convivencia en un grupo es lo que impulsa la singularidad individual de las personas. Ello se desprende de un estudio de la Universidad de California en los Ángeles (Ucla), en Estados Unidos, en el que se analizaron las vocalizaciones de varios tipos de animales que conviven en grupos de diversa extensión. Los resultados demostraron que el tamaño de la manada explica el 88 por ciento de las variaciones vocales individuales. Estos resultados son aplicables a otras especies fuertemente sociales, como los humanos, y explicarían por qué somos tan distintos unos de otros, según los científicos.
Los biólogos Kimberly Pollard y Daniel Blumstein, de la Ucla, constataron que el tamaño de los grupos sirve para pronosticar el grado de singularidad individual de las voces de los animales: cuanto más grande es el grupo, más específica es la voz de cada uno de sus miembros, y más sencillo es identificar a cada individuo de la manada.
«Cuando convivimos en sociedad debemos ser capaces de identificar a nuestros amigos, familiares o rivales. La naturaleza —a través de la evolución— ha resuelto el problema de la confusión entre los miembros de las comunidades, proporcionando a las criaturas sociales características más específicas, que ayudan a diferenciarlas de sus iguales», ha explicado el doctor Pollard.
Según Eudald Carbonell, director del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social, «la cooperación social y cultural es necesaria. La simbiosis (intercambio entre dos organismos del que ambos salen beneficiados) a lo largo de la evolución, es la primera forma de adaptación de los organismos para vivir en colonias y es uno de «los cimientos de la cooperación altruista».
«Nuestra sociedad es cooperativa, contrariamente a lo que piensan muchos que consideran a los humanos cada vez más individualistas», señala el experto.
Según Ángel Sánchez, profesor de Sistemas Complejos de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M) «hoy en día hay una cooperación a gran escala. El hecho de que tengamos la sociedad actual involucra a millones de personas, a las que no conocemos de nada, exige un nivel de comportamiento cooperativo distinto de cómo lo haríamos con un amigo o un pariente cercano».
«Ha surgido una sociedad compleja, en la cual nadie puede vivir sin algo de los demás, sea tangible o no. Yo no produzco comida, pero alguien tiene que elaborar lo que yo como. Y a su vez, la tecnología en este caso, redes sociales como Facebook o Twitter, aún transforman más esa realidad, llevando el problema a una escala que se nos escapa de las manos», comenta Sánchez.
Sin embargo, aunque el trabajo en equipo y la dinámica grupal son una tendencia humana, según un estudio de la UC3M nunca se alcanza una situación en la que la mayoría de la gente coopere.
Según el trabajo realizado por los profesores José A. Cuesta y Ángel Sánchez, hay distintos tipos de personas: gente que intenta ayudar siempre a sus vecinos (en torno al 5 por ciento), algunos que nunca lo hacen (un 35 por ciento) y otros que cooperan en función de su estado de ánimo o dependiendo de lo que hayan hecho los vecinos previamente (un 60 por ciento).