Diario de León

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Ciudad de parques únicos

La imaginación y el diseño se unen para transformar lugares abandonados en nuevos espacios verdes

Imagen del parque Delancey underground, situado en una vieja estación subterránea de tranvías construida en 1903.

Imagen del parque Delancey underground, situado en una vieja estación subterránea de tranvías construida en 1903.

Publicado por
Teresa de Miguel
León

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Para los muy urbanos neoyorquinos, la vida de la ciudad también pasa por disfrutar de los espacios verdes, de los que tienen muchos y muy variados. Desde su famoso pulmón verde, Central Park, hacia el norte de la ciudad, hasta el famoso High Line, o el parque subterráneo de Delancey, o las pequeñas plazas que se han habilitado como espacios verdes, muchas veces por los propietarios de los edificios adyacentes, todos son lugares para el esparcimiento y para disfrutar.

Puede que el más llamativo de esos proyectos sea el Delancey Underground, también conocido como Low Line (línea baja), que busca transformar en un parque con luz natural una vieja estación subterránea de tranvías construida en 1903 y que lleva más de seis décadas abandonada en el subsuelo de la Gran Manzana. «Con una tecnología que crea una simulación del cielo, el espacio no se va a parecer a ningún otro en el que haya estado jamás tendrá, por un lado este legado histórico, pero por el otro lado funcionará como cualquier parque, tendrá árboles y césped naturales para que la gente lo disfrute», explica, James Ramsey, que impulsa este proyecto junto al arquitecto Dan Barasch.

Ramsey llevaba trabajando durante años en un dispositivo de cables ópticos que concentra la luz solar de la superficie y la redistribuye bajo tierra, lo que permite que crezcan plantas en un espacio subterráneo, por lo que decidió aplicar esa técnica en la enorme y abandonada estación de tranvías. El espacio de más de 6.000 metros cuadrados lleva abandonado desde 1948.

Si Ramsey y Barasch consiguen finalmente transformar esa estación subterránea en un nuevo parque para Nueva York, el llamado Low Line se convertiría en una suerte de antónimo del ya famoso High Line, que convirtió unas viejas vías de tren a nueve metros de altura en uno de los parques de moda de la ciudad de los rascacielos.

Una galería de piel mudable

El sueño de convertir un espacio cerrado en una nueva zona verde para la Gran Manzana no es solamente un proyecto de los impulsores del Delancey Underground, sino que es también una realidad gracias a Park Here, que convierte cada invierno una gran galería del barrio de Nolita en un parque público para que los neoyorquinos se resguarden del frío. «Lo nuestro es una rebelión contra el invierno» declara orgulloso, Jonathan Daou, propietario de la galería Openhouse, un espacio que muda tanto de piel que ha llegado a albergar desde una exposición de arte hasta el lanzamiento de una nueva línea de ropa, pasando por múltiples conciertos y, todos los inviernos, un parque.

A pesar de que éste no cuenta con la tecnología de luz solar del Low Line, esta curiosa zona verde cuenta con árboles construidos a base de ramas naturales, césped artificial fabricado con productos reciclados, música de fondo con sonidos de pájaros y niños jugando y hasta un perfume que evoca los olores típicos de cualquier parque en verano. «Lo más impresionante es la acogida de la gente, ha sido casi como un experimento social», explica Daou.

El parque, que cerró sus puertas el pasado 14 de febrero y volverá a abrir el próximo invierno, ha sido todo un éxito en el gélido invierno neoyorquino y el año pasado llegó a recibir hasta 50.000 visitantes en un solo mes, con una media de unas 2.000 personas durante los fines de semana. Sin recibir financiación alguna de las autoridades de Nueva York, la entrada es gratuita para todo el mundo a Park Here, que se financia gracias a las aportaciones de diferentes patrocinadores o a las comisiones que recibe de los carritos de comida y bebida que se instalan allí cada inverno.

El popular «High Line» también es la inspiración del nuevo parque que se está construyendo en el corazón del barrio de Chinatown, donde se está transformando una plaza triangular, a los pies del Puente de Manhattan, en un nuevo jardín en las alturas apodado como el «mini-High Line». El espacio ofrecerá «a los vecinos y a los ciclistas que crucen el puente un área pública donde disfrutar de las vistas hacia la calle Forsyth y de todo el barrio», según detalla esa agencia pública en su página web.

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