Diario de León

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Buscadora de tesoros

La leonesa Virginia Berciano transforma prendas y accesorios de otras épocas en verdaderas joyas vintage a través de su marca, Virvin. Acaba de empezar, pero ya está dando mucho de que hablar

La leonesa Virginia Berciano en su despacho-taller.

La leonesa Virginia Berciano en su despacho-taller.

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León

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Ella se define como «una buscadora de tesoros». Y lo es. Consigue transformar algo antiguo, usado y en ocasiones en malas condiciones en un objeto de deseo. Es Virginia Berciano, la fundadora de Virvin, una nueva firma que, en pocos meses ha llamado la atención de revistas de primera como Elle o Vogue y multitud de blogs de moda en toda España.

Gracias a su sensibilidad para elegir prendas aparentemente poco atractivas, pero con muchas posibilidades, esta leonesa ha conseguido hacer de su pasión, la moda, su día a día. En plena vorágine de la producción en masa, Virvin ofrece algo radicalmente diferente. Prendas en el olvido, apartadas, a las que rescata, añade valor y devuelve su espíritu y su originalidad para hacerlas protagonistas. Únicas. Exclusivas. Esa es la misión de Virvin.

«Vendemos tesoros escondidos, invisibles para la mayoría, tirados entre montones de telares, ya sea en España, Portugal, Estados Unidos o cualquier otro destino que ofrezca alternativas interesantes», comenta Virginia. Es lo que se llama vintage, esos artículos de otra época que están pisando fuerte en el mundo de la moda porque no tienen copia y porque recogen reminiscencias del pasado, pero con un toque de actualidad.

Entre los secretos de su éxito está el precio. «Comprar vintage ahora no es barato porque, cada vez más, la gente atesora estas prendas porque sabe que puede ganar dinero con ello y lo que antes se tiraba o se regalaba, ahora se cobra. Sin embargo trato de reducir los costes al máximo haciendo una extensa jornada laboral, por eso puedo venderla también, una vez restaurada, a precios muy ajustados», explica esta leonesa.

Virvin ofrece ropa única, auténtica, en muy buen estado y a un precio anticrisis. Ella lo define como «vintage+único+exclusividad+buen precio». Una fórmula que tiene todas las de ganar.

Virginia no tiene barreras y asegura que en cualquier lugar inesperado es posible encontrar esa pieza diferente. Ha recorrido mucho mundo, pero fue en Estados Unidos, durante un viaje por la América profunda, cuando se dio cuenta de ese don que le permite encontrar algo interesante que resulta invisible para la mayoría. «Ese viaje me marcó para apostar por esto», apunta.

Sin embargo, fue mucho más cerca, aquí en León, cuando se decidió a dar el gran paso, el de empresaria emprendedora. Dando una vuelta por el mercadillo de León, surgió realmente la idea de montar Virvin. Allí, entre montones de cosas a buenos precios, tomó la decisión: Vender moda por Internet. Pero moda vintage.

Su centro de trabajo lo tiene aquí, en su casa, y desde su ordenador muestra, vende y hace el envío de pedidos a cualquier parte del mundo. Su imagen es su web y por eso cuida cada detalle y le da ese aire antiguo pero a la última a cada una de las fotos de sus prendas.

Todas tienen nombre propio, como únicas que son y ella misma hace de modelo para mostrar cómo queda cada vestido, cada prenda. «De momento, no tengo presupuesto para más y me gusta ser yo misma la que lleve el proyecto», asegura. Cuenta con la ayuda de la gente de su alrededor para poder mantener un buen precio. Su marido o su padre hacen en ocasiones de fotógrafos y recurre a los consejos de su madre a la hora de hacer algún arreglo.

Pasión y forma vida

Se nota que la moda es lo suyo. Siempre lo tuvo claro. Tras estudiar la carrera en Madrid, trabajó varios años en servicios financieros, pero quería dar otro enfoque a su trayectoria profesional hacia lo que más le gustaba. Así que hizo un máster sobre gestión de empresas de moda. Cuando comenzaba a acercarse a su objetivo, tuvo que dejarlo todo y volverse a León.

Pero Virginia Berciano no estaba dispuesta a renunciar a su sueño, así que, «después de un sesudo análisis sobre distintos proyectos en los que pensaba que podía aportar valor, algo diferente, nació Virvin». Esto fue en noviembre y ya son muchos los que se han rendido ante su buen gusto.

Entre sus tesoros se encuentran, a través de su web ( www.virvin.com ), piezas de Moschino, Loewe o Christian Dior rescatadas de algún viejo vestidor. Otras muchas sin marca conocida y otras confeccionadas a mano.

En su ventana al mundo que es la Red, muestra distintas opciones de combinación con otros artículos a través de virvinizing you , una de las secciones de su web, donde el cliente puede pedir consejo para vestirse en un evento especial o pedir que le busquen un artículo concreto que siempre ha querido pero no ha podido encontrar. Y también asesoriamiento. Todo en esa búsqueda de personalizar el servicio de Virvin al máximo.

Antes de sacarlas a la venta, Virvin las restaura. Limpieza, planchado, costura y customización son algunos de los procesos por los que pasan camisas, vestidos, abrigos o faldas para que queden perfectas y listas para pasar a otras manos.

Ilusión y retos

Virvin está dando sus primeros pasos pero la idea de su fundadora es seguir creciendo y ampliar una oferta que está teniendo mucho éxito con piezas llegadas de cualquier parte del mundo. «Me encantan los retos», confiesa.

Asegura tener respeto a la crisis, pero no miedo a que pase la fiebre por el vintage. «Este momento da respeto, pero yo quiero verlo con ilusión». Lo que yo ofrezco son prendas antiguas, pero que se pueden adaptar a la moda actual. Creo que el amor por lo vintage no se va a pasar porque su fuerza está en que, en el mundo de la moda, todo vuelve tarde o temprano», señala.

La idea de Virginia Berciano no es un proyecto de grandes volúmenes. «Apuesto por la artesanía, por el trato personalizado y por el valor añadido». Lo que ella ofrece es «exclusividad, unicidad y diferenciación» y puntualiza sobre el valor añadido: «Se trata de ir a tiendas vintage, de las de toda la vida, que incluso huelen mal e irme con una joya debajo del brazo». Nada que ver con las grandes cadenas.

Su apuesta tiene como escenario Internet y gracias a la Red ha conseguido captar la atención de muchos blogs de moda. Maneja mucho las redes sociales, consideradas ahora claves para llegar al público objetivo. Aunque tiene clientes locales, la mayoría son de fuera de León e incluso de fuera de España. «La imagen de Virvin es la web, por eso son básicos los looks cuidados y la atención al cliente», señala Virginia Berciano. Confía en el secreto del éxito: «Vivir por y para el negocio. No te puedes estancar, y menos en Internet».

Desde 10 euros se puede comprar una prenda o accesorio Virvin, hasta los cerca de 200 de algunos vestidos más especiales. ¿La pieza más cara? Un vestido de Moschino, ya vendido, que alcanzó los 860.

Comenzó comprando en sus viajes —en sitios remotos, pero también en grandes ciudades—, luego empezó a recibir llamadas de gente interesada en vender viejas prendas de familiares y ahora cuenta con viewers , personas especializadas en buscar lo que ella necesita.

Ella se guía por su intuición a la hora de elegir. «No busco nada en concreto, elijo lo que me entra por lo ojos», aclara, aunque también elige cosas determinadas para clientas específicas a las que cree que puede gustarle algo que ha encontrado. «Todo lo que elijo es muy yo», sentencia.

Virginia Berciano huye de lo convencional, de lo que le gusta a la mayoría. «Me anima mucho que a la gente le gusten mis cosas, eso me empuja a seguir adelante». Tiene claro que, a la hora de vestir, el dinero no es lo más importante. «Ni siquiera pienso que es más fácil comprar cuando tienes más presupuesto. Lo importante es el gusto», matiza.

Fundamental, eso sí, al menos para ella, son las telas. «Las antiguas tienen algo, otra caída, un tacto especial», concreta.

Para ser vintage, una pieza tiene que haber ‘nacido’, como mínimo, en los años 90. Virvin no apuesta por una década en concreto, aunque su fundadora reconoce que como prenda le apasiona el mono.

Lo que tiene claro Virginia Berciano es su objetivo: «conseguir vivir de esto». La ciudad donde nació le parece un buen lugar para hacerlo. «Yo aquí veo posibilidades. He observado muchos cambios en esta ciudad, cada vez la gente se atreve más con la moda arriesgada», argumenta. León puede ser un buen escenario.

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