Ser felices
¿Necesitamos todo lo que queremos?
la felicidad se nutre de valores como la amistad, el sentido de pertenencia, la pareja, el trabajo, la creatividad y formar parte del engranaje cultural
Desde niños la mayoría hemos sido condicionados para gastar, comprar y acumular, entrando en una espiral de consumo que, en lugar de acercarnos a la felicidad, nos aleja cada vez más de ella. Les damos algunos consejos para resistir la tentación de comprar todo lo que nos atrae poderosamente, pero que en realidad no nos hace falta.
Renunciar a lo superfluo, a los deseos que nos esclavizan y a las tentaciones consumistas, no entraña una gran pérdida en la calidad de nuestra vida, sino que, al contrario, supone grandes ganancias, porque la simplifica y la hace menos estresante.
Muchas personas descubren en algún momento de su vida que «la felicidad no puede comprarse con dinero. Para encontrar la paz interior que buscamos es necesario dejar de adquirir bienes de forma inconsciente y abrazar las bondades de una vida más austera», señala la experta en desarrollo personal Pilar Pradillo.
Según el escritor y consultor estadounidense Bruce Elkin, autor del libro Simplicidad y éxito , «ordenar la habitación a base de tirar cosas sólo tiene un objetivo temporal, pero si se deja un espacio más diáfano para la meditación o lectura, hay un claro propósito detrás y por ello el desorden no vuelve a generarse».
El materialismo debilita
Otra recomendación de Elkin tiene su base en que «en vez de pensar en lo que se está renunciando o perdiendo, hay que concentrarse en lo que realmente merece la pena o en lo que nos proporciona una auténtica satisfacción».
Según el sociólogo y psicólogo social Ruud Veenhoven, de la Universidad Erasmus de Rotterdam (Holanda), y director de la Base de Datos Mundial de la Felicidad, «una vez cubiertas las necesidades básicas, la felicidad no aumenta con la prosperidad material».
«Hay poca diferencia de felicidad entre las personas con distintos niveles de riqueza. Incluso está comprobado que el materialismo debilita el bienestar de las personas y puede servir para marginar aspectos muy importantes, como el amor o la salud», ha señalado este impulsor de la filosofía de la vida simple, que hace furor en círculos de Estados Unidos y otros países europeos.
Para el llamado Dr. Felicidad , «se supone que las personas con mayor poder adquisitivo tienen más posibilidades de ser dichosas y, aunque no hay que perder de vista la prosperidad económica, la felicidad también se nutre de otros valores como la amistad, el sentido de pertenencia, la relación de pareja, el trabajo, la creatividad y formar parte del engranaje cultural».
Para la experta en desarrollo personal, Pilar Pradillo «decir no a las cosas que no necesitamos significa reconocer la abundancia de lo que tenemos a nuestro alcance y saber ser agradecidos. Cuando abrazamos la vida sencilla, acabamos siendo más ricos personal y espiritualmente».
«La simplicidad significa centrarse en lo que es esencial en la vida. Para decidir qué es necesario y qué no, hay que identificar aquello que nos da energía. En lugar de pensar en lo que creemos que deberíamos hacer o tener, hemos de preguntarnos si algo nos aporta energía o nos la absorbe», dice Pradillo.
«Las actividades positivas, como trabajo en el voluntariado, compartir buenos momentos con la familia, jugar con los hijos, realizar una tarea artística o creativa, procuran una sensación de energía, ánimo elevado y buen humor», según la experta.
Otros cientos de actividades simples que resultan esenciales para la mayoría de la gente son expresarle nuestro más sentido afecto a un ser cercano, practicar un deporte que nos ilusione o gimnasia gratificantes, hacernos conscientes de los pequeños goces que nos regala la vida o permanecer en contacto con la madre naturaleza.