La difícil tarea de los parados y el sector industrial
Desde el 2000, en agosto siempre repunta el desempleo por el final de los contratos, en su mayor parte temporales, que están relacionados con la temporada turística. Empieza ahora la fase más dura para el mercado laboral, al que aspiran a incorporarse quienes acaban de terminar los estudios. No es un panorama alentador, porque los descensos en el número de parados de los meses de abril a julio, que siempre representan un respiro, han sido este año más reducidos que los anteriores. Las contrataciones del próximo otoño, por añadidura, se van a ver seriamente afectadas por la congelación del empleo público, que se va a prolongar durante los dos próximos años, según el plan remitido a Bruselas.
Por otra parte, la mayoría de los sectores industriales ralentizan su actividad por vacaciones angustiados por lo que les deparará el futuro. Los manufactureros temen el impacto de la subida del IVA sobre una más que precaria demanda. Y el eléctrico ha visto frustradas sus expectativas de reforma. El Gobierno no acaba de decidir la fórmula con la que atajar la sangría del déficit de tarifa. En la actividad de generación, cada tecnología ha movido sus peones. Industria piensa que podría recortar primas a las renovables, pero el grupo de fondos de inversión —muchos de ellos con sede en EE.UU.— es en este segmento muy poderoso. Las eléctricas tradicionales se han rebelado ante la posibilidad de que se apliquen tasas a la producción nuclear e hidráulica. Pero la indefinición actual es casi peor.