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Publicado por
enrique vázquez
León

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Ayer llegaba a a Ankara Hillary Clinton que, con toda probabilidad, no esperaba tener que hacerlo y cuya larga gira por Asia y Medio Orienteera su despedida oficiosa (hay elecciones en menos de tres meses en los Estados Unidos y ha hecho saber que desea retirarse). Esto ahorra comentarios sobre la importancia que Washington da a la crisis en Siria, estancada sobre el terreno y en el marco diplomático, y confirma el papel central que Turquía asume en la crisis con el beneplácito norteamericano.

La evolución del conflicto parece confirmar la tesis inicial de algunos medios según los cuales lo de Siria era un proceso autónomo, un régimen particular y un marco histórico, social, confesional y aún psicológico diferente. Estas características, que pueden llevarse fácilmente hasta la descolonización relativamente reciente (la independencia siria es de 1946) explican en buena parte la naturaleza del conflicto, la naturaleza monolítica del régimen y tal vez su capacidad para resistir. Si hay algún país donde sepan todo esto muy bien ese es Turquía, donde además hay unos veinte millones de alevíes (medio hermanos de los alauíes sirios, el alma del régimen) y eso explica la inicialmente prudente evaluación de la situación… hasta que hace un año en Damasco decidieron rechazar el minucioso plan de paz turco. Así, Erdogan decidió encabezar la acción y se sumó a los países vinculados a la oposición armada, con Arabia Saudí y Qatar en cabeza. Pero las cosas no han cambiado y el gobierno sirio, protegido diplomáticamente por Rusia, China y potencias menores y con el apoyo material de Irán resiste y un rápido desenlace militar no parece garantizado ahora mismo. Tal vez por eso no se excluye todavía una labor de mediación internacional. Aunque en la Secretaría General de la ONU dicen «no tener información sobre el particular» circula la noticia de que Lajdar Brahimi podría ser el sustituto de Kofi Annan, que dimitió. Brahimi es un argelino de 78 años, ex ministro de Asuntos Exteriores de su país y después un acreditado enviado de la ONU en Afganistán e Iraq, donde demostró una completa independencia de criterio. Si se convierte en el nuevo mediador no será para perder el tiempo.