La utopía de la integración, un ejército europeo único
Uno de los aspectos en el que menos ha avanzado la integración de la Unión Europea es en lo referente a una política común de Defensa. En 1993 se creó el Eurocuerpo, una fuerza militar en la que participan Alemania, Bélgica, España, Francia y Luxemburgo que está compuesta por nueve brigadas y un cuartel general en Estrasburgo en el que están destinados 1.000 efectivos. En 1999, los cinco países que lo integran decidieron transformarlo en un cuerpo de reacción rápida, respondiendo así al deseo de la UE de disponer de fuerzas adaptadas a las operaciones de gestión de crisis. Sin embargo, su evolución ha sido escasa a lo largo de la última década y prácticamente nula desde el tratado de Lisboa.
Las ventajas de un ejército común serían enormes, afirman los especialistas. Ahorraría costes y permitiría una mayor tecnificación de los ejércitos. En unas fuerzas armadas conjuntas cada país puede aportar las técnicas que mejor domina al servicio de sus aliados.
Un ejército europeo único también presenta importantes escollos a superar. El principal problema, según el general Ortega, radica en que «persisten los viejos clichés nacionales del siglo pasado y ningún país quiere ceder soberanía en beneficio de una seguridad común». La guerra de Irak supuso un jarro de agua fría para las aspiraciones de crear una política de defensa europea. Reino Unido y España participaron en la operación mientras que Alemania o Francia criticaron la intervención.