Diario de León

«Hay algo especial entre nosotras»

ELENA Y MARTA (28 AÑOS).

Marta y Elena Arranz Bardón.

Marta y Elena Arranz Bardón.

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Marta y Elena no pudieron estar en Montrondo, donde hace tiempo que no van de vacaciones por culpa de su trabajo. Dos gemelas que como cualquier pareja de hermanos discutía y se peleaban de pequeñas «por a quién le tocaba recoger la habitación después de los juegos y cosas similares», asegura Elena. Pero ahora están muy unidas, al ser hermanas únicas las alegrías y tristezas se comparten.

Marta trabaja como administrativa y Elena en una agencia de viajes, al vivir en Madrid no tuvieron que moverse para cursar sus estudios universitarios. Aunque sí estuvieron cuatro años viviendo separadas, en los cuáles aseguran que «nos llamábamos varias veces al día». Se llevan genial entre ellas y no pueden estar mucho tiempo separadas. Además, tienen los mismos gustos, por lo que disfrutan haciendo cosas juntas. «Actualmente no hacemos deporte por incompatibilidad de horarios, pero si podemos siempre lo hacemos juntas», asegura Elena. Lo comparten todo y, pese a que los estilos de vestir son diferentes, les encanta intercambiarse algunas de sus prendas.

En sus años de escuela e instituto al principio sí que coincidían en las clases, pero más tarde acabaron en aulas diferentes. «Nunca nos cambiamos de clase», asegura Marta. «Ni en los exámenes», insiste su gemela Elena. Pero sí confiesan que «cuando éramos pequeñas, nos cambiábamos el baby para confundir a la profesora». Uno de los mitos más típicos en torno a los gemelos dice que cuando uno de ellos siente dolor o tiene un accidente, el otro, aunque esté a kilómetros, puede llegar a sentir que su hermano está en peligro. Pero no es cierto que exista ningún tipo de premonición. Elena comenta al respecto que «hay algo especial entre nosotras». «Muchas veces pensamos lo mismo y al mismo tiempo», afirma Marta.

Dolores compartidos

Pero según les cuenta su madre, «cuando éramos pequeñas algunas noches una de nosotras se ponía mala y le llamábamos diciendo que nos dolía mucho la tripa». En el momento en que su madre llegaba a la habitación a ver que pasaba, «la otra, que en principio estaba bien, se tenía que levantar a vomitar y la que inicialmente tuvo el dolor ya se encontraba bien».

También cuentan que cuando eran pequeñas su madre tuvo que llevarlas al psicólogo. «Dábamos muchos problemas con la comida y nuestra madre optó por llevarnos al psicólogo», comenta Marta.

En esa ocasión fueron separadas para analizar su comportamiento por separado. El psicólogo les mostró cartulinas con dibujos, «en una de ellas había una casa y ambas lo asociamos rápidamente con el pueblo», señala Marta.

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