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Belleza

LA TRUFA, tesoro de la cosmética

Llega el momento del ‘diamente blanco’ tras el éxito de activos como el caviar, las perlas o el oro

Publicado por
Gloria Salgado
León

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Escasa y con un coste prohibitivo, la trufa es uno de los manjares más exclusivos y codiciados. Un lujo gastronómico que ahora se aúna con la cosmética de más alto nivel tras el éxito de los tratamientos con perlas, oro o piedras preciosas.

El interés cosmético de las trufas radica en que son ricas en vitaminas del grupo B, especialmente la riboflabina (vitamina b2) y la niacina (vitamina b3). Entre los beneficios que aportan a la piel destacan el efecto tensor —a este tipo de setas se las conoce como el botox natural —, iluminan la piel y atenúan las manchas derivadas de la exposición solar, una de las mayores preocupaciones estéticas de las mujeres. Especialmente indicadas para pieles sensibles, también trasladan a la piel sus propios nutrientes y ayudan a las células a protegerse de la oxidación. Estas excepcionales propiedades han sido aprovechadas para la primera línea cosmética de la prestigiosa esteticista Carmen Navarro, bajo el nombre de Terrapura, que consta de dos tipos de fórmulas: crema y sérum. La clave de esta gama está en sus ingredientes estrella: las trufas blancas y negras recolectadas en el Piamonte italiano. Además, Navarro ha desarrollado un tratamiento en cabina para aprovechar al máximo las cualidades de las trufas.

A la trufa blanca se la conoce como el diamante blanco debido a su escasez. Aplicada sobre la piel, bloquea la producción de melanina, lo cual permite combatir los problemas de pigmentación. Además, tiene un efecto antioxidante y mejora la luminosidad, la hidratación y la nutrición cutáneas. En el caso de las negras, el interés reside en la mezcla de aminoácidos que actúan sobre la piel alisando las arrugas.