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Publicado por
enrique vázquez
León

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Hoy abre su congreso el AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo), que gobierna Turquía, y una encuesta acaba de encontrar que el público preferiría seguir viendo en su función de presidente de la República a Abdulah Gül, más que al primer ministro y hombre fuerte del partido, Recep Tayip Erdogan, quien cuando deje su cargo prevé relevarle como jefe del Estado. El valor del descubrimiento, que debe ser tomado como provisional, reside en que traduce un cierto cambio de humor del público: el reinado de Erdogan (diez años como jefe del Ejecutivo y tres grandes victorias electorales) conoce problemas. Pero mucho de lo que sucede no es solo ni principalmente obra del calendario: el Gobierno turco paga por un cierto exceso de dinamismo, hijo de su innegable éxito en la gestión económica y de la recuperación de gran peso político, económico y militar como insoslayable potencia regional. Siria es el ejemplo más claro: otro sondeo prueba que se ha evaporado el amplio respaldo que suscitó la gestión turca del problema.

Fiel a su estilo —Erdogan es universalmente conocido como mal perdedor y hombre impaciente— cambió radicalmente de tono y pasó a encabezar la presión sobre Siria: dejó establecerse los primeros efectivos del Ejército Sirio Libre en la frontera y le dio ayuda logística, la abrió a los refugiados, se convirtió, junto a Qatar y Arabia Saudí en un mentor de la línea dura contra Assad y no supo prever, que las cosas no irían tan bien ni, sobre todo, tan lentas. Sus críticos, y singularmente el primer partido de la oposición, el Republicano del Pueblo, por la voz de su líder, Kemal Kiliçdaroglu, se han desinhibido y avanzan argumentos, el principal de los cuales es que ha empeorado mucho el problema kurdo: los kurdos de Siria están fuera de todo control de Damasco y ofrecen bases al PKK, el brazo armado kurdo-turco, que multiplica los atentados y causa muchas bajas al ejército. La atmósfera política, pues, se ha enrarecido y tal vez se podría aplicar a Erdogan, que además tuvo algunos problemas de salud recientes, lo que dicen que dijo Churchill a un joven diputado: no se puede ser feliz todo el tiempO.