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enemistad reciente

Aunque los ojos occidentales solo ven similitudes entre las culturas japonesa y china, sus diferencias son numerosas

Un chino protesta frente a la embajada japonesa en Pekín.

Publicado por
encarni hinojosa
León

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Para nosotros todo lo japonés, coreano, vietnamita o filipino es chino. Muchos occidentales creen todavía que el sushi es comida china, que el ‘anime’ es el Disney del gigante asiático o que al tatuarse varios ‘kanjis’ en el hombro expresan una o varias palabras en «letras chinas».

Esta confusión, obviamente, no es plato de buen gusto ni para los japoneses ni para sus vecinos. Más cuando la relación entre ambos países no es todo lo cordial que se desearía y que se ha agravado los últimos días por la disputa de las islas Sensaku (para los nipones) y Diaoyu (para los chinos). Un estudio de la universidad británica de Glasgow analiza el porqué de la confusión de los europeos a la hora de identificar nacionalidades asiáticas.

Hasta ahora, la respuesta es el ORE, las siglas en inglés del «efecto de otras razas». Los rasgos faciales de los orientales son muy distintos a los de los europeos y, al no estar acostumbrados a ver estos rostros, generalizamos en nuestro reconocimiento. Otro informe de la universidad norteamericana de Miami concluye que no reconocemos a los ciudadanos asiáticos por cuestiones culturales: «Tendemos a clasificar a las personas como de nuestro grupo o de fuera de nuestro grupo, según su clase social, aficiones y otros parámetros entre los que se encuentra la raza». En España, esta desconcierto se simplifica al generalizar todo lo asiático como chino. Esto es debido al ‘boom’ migratorio de estos a partir de finales de los 80. Al estar acostumbrados culturalmente a los ciudadanos chinos, reconocemos como compatriotas al resto de orientales.

Raíces

Sin embargo, los dos países son notablemente diferentes, a pesar de que comparten raíces. «La influencia china sobre el archipiélago japonés durante la época contemporánea es tan incuestionable como compleja y diversa», asegura Guillermo Martínez Taberner, coordinador del departamento económico de Casa Asia y doctor en Historia por la Universidad Pompeu Fabra. La cultura china contribuyó a sentar las bases de la cultura japonesa, introduciendo prácticas como el cultivo de arroz, la escritura con ideogramas, el budismo o la organización de la corte imperial.

Ante la búsqueda de lo que más se asemeja y lo que más se diferencia entre los dos, Martínez Taberner explica: «Es difícil destacar con seriedad una de las prácticas culturales, pero por simplicidad visual podríamos decir que el hecho de comer con palillos sería un aspecto. De distintivos hay innumerables, posiblemente el respeto a las formalidades y el protocolo».

Efectivamente, en la gastronomía de ambos países es donde encontramos mayores similitudes teniendo al arroz como base de la alimentación. Sin embargo, los japoneses usan más el pescado y el marisco, y se han especializado en la elaboración de estos alimentos en crudo. La cocina china es más heterogénea en la creación de sus platos y resulta extraño que derivados del sushi entren en su menú

A rasgos generales, las personalidades de chinos y japoneses tienen también una base común. Coinciden en poner de relieve el protocolo, la colaboración grupal tanto en la sociedad como en el mundo laboral, y el honor. Los chinos, en parte por la revolución maoísta en contra del sistema imperial, han ido perdiendo las costumbres reverenciales, respetuosas y formales que los japoneses mantienen como seña de identidad.

A pesar de que las cosas que los unen tienen mucho más peso que las cosas que los separan, la historia del siglo XX es la que ha desencadenado el actual recelo entre ambos países. La primera guerra sino-japonesa de 1894-1895, con victoria nipona, fue el inicio de la enemistad.