CANTO RODADO
La escuela
La pérdida de capital humano es uno de los tributos de esta crisis que no creamos y estamos pagando. nos trequiñan como a árboles
Por fin le dieron la Medalla de Oro de la Provincia a doña Concha Casado. ¡Enhorabuena! Hacen falta muchas Concha para reclamar a las instituciones lo que León y sus gentes merecen, como el herrero con el martillo sobre el yunque. Concha Casado ha sido una artesana de la divulgación de la cultura popular y tradicional en la provincia y una tejedora de redes de sensibilización para salvaguardar la herencia más humilde. Ha moldeado a políticos y políticas con manos de alfarera para conseguir que la escucharan y actuaran. Una bordadora de palabras en acción permanente. Gracias, Concha. De tu mano descubrí La Cabrera.
Bien es verdad que la primera vez que pisé tierras cabreiresas fue mucho antes. Entonces entré en La Cabrera, desde el Bierzo, por Robledo de Sobrecastro por una carretera tortuosa. La Cabrera era uno de los destinos malditos de maestras y maestros aún en los primeros años 80. Fui a visitar a una maestra que daba escuela a una docena de chicos y chicas. En el pueblo estaban tan contentos que le arreglaron la casa para que no marchara. Recuerdo un castaño inmenso, centenario, honesto y leal, como son los de su especie.
Descapitalización humana
Van a cumplirse 30 años de aquel viaje fugaz a uno de los primeros pueblos de La Cabrera Baja si se entra, desde Ponferrada, por Puente de Domingo Flórez. La joven docente tomó posesión de la escuela en avanzado estado de gestación. A los dos meses parió y 16 semanas más tarde, en pleno invierno, regresaba al aula con su retoño.
Allí se crió el chaval, sanísimo, un año o dos. Hoy es uno de los jóvenes titulados españoles que trabajan en el extranjero. Se anticipó a la crisis que está obligando a salir de España a toda una generación. Dicen que la más preparada de la historia. Es evidente que el país se está descapitalizando.
La pérdida del capital humano es uno de los tributos de esta crisis que no hemos creado pero estamos pagando. Es un exilio económico de magnitudes aún por calibrar. Nos trequiñan como a las ramas de los árboles para que caiga el fruto maduro. Y mandan a Alemania a nuestra juventud como si fueran parte de los intereses de la deuda (de los bancos españoles, que no de España) con la banca alemana.
Tocata y fuga
Volvemos a los años 60. Entonces, la juventud leonesa emigraba del campo a la ciudad. De una provincia condenada por el franquismo a ser coto de caciques y sotanas a los polos industriales. En las escuelas se inculcaba el olvido de las palabras y las cosas. «Niños, no se dice emburriar, se dice empujar. Niñas, no se dice trequiñar, se dice mover...».
Se inculcó la desafección a las tradiciones y el desarraigo en nombre del desarrollismo. La identidad se fue perdiendo en esa tocata y fuga humana con la que se construyeron grandes capitales y se alimentó silenciosamente al monstruo del nacionalismo de pedigrí. Cataluña fue el principal destino de leoneses, además de andaluces, extremeños y otras gentes. Mucha gente vivió en chabolas a la orilla de la playa y en Monjuic. Se fueron enseñantes, policías, funcionarios de prisiones y juventud con ganas de respirar libertad y aires cosmopolitas.
Queda mucho por hacer
Concha Casado ha ido recomponiendo a su manera ese espejo de la cultura popular y rescatando del olvido a artesanos y artesanas. Nuestros tesoros vivientes. Cuando en 1986 se instaló en León tras jubilarse, retomó con ímpetu su caminata por la provincia y comenzó a desempolvar arcones y pajares. Aún guardaban manteos y pañuelos, aún había pueblos casi intactos, como Trabazos, Villar del Monte y Forna. Aún quedaba, queda, mucho por hacer. Sin tener escuela, Concha ha hecho escuela. Ya tenía el premio de la gente. Faltaba la institución. Una lástima que muchos amigos de Concha no pudieran franquear las puertas del palacio.