Diario de León

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Un país capaz de ser feliz

En españa se es razonablemente feliz pero la crisis económica obliga a ocultarlo para no despertar envidias o que se tache de insensibilidad

El psiquiatra Luis Rojas Marcos posa en una calle de Madrid.

El psiquiatra Luis Rojas Marcos posa en una calle de Madrid.

Publicado por
teresa díaz
León

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Asegura el doctor Luis Rojas Marcos que en España la gente es razonablemente feliz pero le cuesta decirlo. Y todavía más en tiempos de crisis, en los que reconocer que estás satisfecho con la vida «te puede hacer pasar por una persona insensible con todo lo que te rodea».

Este psiquiatra, profesor de la Universidad de Nueva York, desgrana los Secretos de la felicidad , ésos que desvela en su libro —en el que invita a dejarse guiar por el instinto y a disfrutar de la vida— y que verá la luz en España el próximo martes.

La felicidad debe entenderse como la satisfacción que una persona tiene con su vida, en general. La principal complicación surge a la hora de tasarla, pues no disponemos de un aparato como el que mide la fiebre o la presión arterial.

«Medimos la felicidad preguntando». Esta es la manera. Y cuando a la gente se le pide que puntúe su grado de satisfacción en una escala del 0 al 10, la mayoría se da un 7 o un 8. Y es aquí donde cobra sentido el mensaje fundamental que Rojas Marcos quiere transmitir: «Estamos programados genéticamente para ser felices. El cerebro nos ayuda desde que nacemos a mantenernos satisfechos».

Esto es «fundamental», recalca, a la hora de explicar por qué la humanidad continúa creciendo. Ya Charles Darwin dijo que «cualquier especie que sea desgraciada no puede seguir existiendo». Al igual que tenemos un instinto de conservación, también tenemos «un instinto de felicidad», que hace que «en las peores circunstancias el cerebro nos ayude a sentirnos bien».

Pero, ¿qué pasa con la crisis? ¿Se puede ser feliz también? Parece que sí y que, aun en esta coyuntura, la mayoría de la gente sitúa su felicidad al mismo nivel que en situaciones más favorables (entre un 7 y un 8).

Es porque entra en juego un nuevo concepto: «la comparación ventajosa».

«He perdido la casa, pero es que el vecino, ha perdido la casa y también el hijo». Y funciona.

En España, según el doctor, la tendencia general es puntuar a la baja. «Cómo voy a decir que soy feliz para que me tengan envidia o piensen que soy un ignorante y un insensible».

Lo contrario de lo que ocurre en Estados Unidos, donde «se presume de ser feliz, se glorifica la felicidad». Es una simple cuestión cultural.

«¿Existe un perfil de la persona feliz?» Los estudios demuestran que no. Señala Rojas Marcos que no hay diferencias entre hombres y mujeres, ni siquiera entre ricos y pobres, con la lógica excepción de aquellos que no tienen sus necesidades vitales cubiertas, que sí encuentran dificultades para ser felices.

«Sabemos que hay una serie de factores que a la mayoría de las personas les hacen felices». Son lo que este psiquiatra denomina «parcelas de la felicidad».

Las principales: las relaciones afectivas (familia y amigos), la actividad creadora, el sentirse útil, las aficiones y, aunque pueda parecer raro, también el trabajo. «Y eso que dicen que fue un castigo de Dios».

Para proteger la felicidad es imprescindible no poner toda la carne en el asador, al igual que el capitalista no invierte todo el dinero en el mismo negocio. Por ello, el sentido común nos dice que hay que diversificar las fuentes de la felicidad. «Está demostrado que si un día te quedas sin trabajo o sin pareja, lo vas a llevar mejor si tienes buenas relaciones con tu familia o con tus amigos».

Cuando se le pregunta al doctor Rojas Marcos cuáles son los principales enemigos de la felicidad, responde tajante: la depresión.

«Si sufres una depresión, por definición, no puedes ser feliz, porque te han robado la esperanza, la ilusión, la energía».

También vivir en un estado de miedo continuado, lo que se conoce como ansiedad, y dolor crónico, son otros obstáculos para alcanzar la felicidad.

Ya el doctor Gregorio Marañón predijo en un artículo lo que luego se ha demostrado científicamente y es que si alguien se esfuerza por cambiar su expresión facial, por ejemplo, con una sonrisa, el estímulo llega al cerebro y hace que se modifique también el estado de ánimo. Por eso, si se quiere ser un poco más felices, recuerden lo que dice el refrán: «Al mal tiempo, buena cara».

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