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celia travieso
León

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Elegancia es la ciencia de no hacer nada igual que los demás pareciendo que se hace todo de la misma manera que ellos» (Honoré de Balzac).

Sí en los orígenes de la moda como concepto el adorno ha estado presente desde el primer minuto, qué podríamos decir de las pieles. Éstas han sido, sin duda, el primer «vestido» del ser humano y han estado asociadas a él casi desde su aparición en el planeta. Según un estudio de la Doctora en Historia del Arte por la UAM, Amalia Descalzo Lorenzo, desde la Prehistoria tenemos referencias visuales y arqueológicas que nos informan de las diferentes indumentarias que ha ido adoptando el ser humano.

La referencia clásica de la primera representación del traje en España son las pinturas rupestres de Cogull (Lérida) que ya muestran a individuos vestidos con pieles.

Hay un momento de transición en el que la piel pasa de ser un elemento necesario de supervivencia (cómo indumentaria básica para protegerse del frío durante el largo invierno) a convertirse en artesanía peletera y, ese momento tiene su punto de inflexión en los años veinte cuando la moda y todo su contexto da un giro de 180 grados. A lo largo de esta década (y la siguiente) la escena cultural es un hervidero de caras nuevas que traen consigo un futuro menos encorsetado y más trasgresor. Fotógrafos y pintores, actrices e iconos de la moda, nombres como Man Ray o Cecil Beaton, nuestro Dalí o la omnipresente Chanel sientan las bases del cercano liberalismo social que incluye la emancipación de la mujer y su incorporación al mercado de trabajo, verdadera meta de todos aquellos que persiguen la independencia personal. Por desgracia, el crack del 29 en la bolsa de Nueva York pospuso temporalmente este momento de cambio y obligó a la sociedad a reinterpretar su trabajo y a sí mismos. El paralelismo con la situación que vivimos en la actualidad es inevitable, la crisis en la que estamos inmersos produce tal cansancio vital que lo más creativo que nos podemos plantear es como organizarnos para llegar a fin de mes pero, la falta de trabajo, de financiación también tiene su contrapunto positivo. En las peores situaciones el ser humano cuenta con la capacidad de agudizar su ingenio y abrirse camino y esta vez, no será distinto.

En un mundo falto de ideas y lleno de individuos que gestionan nuestro futuro con grandes palabras y pocas soluciones recuerdo a Unamuno cuando decía que los pedantes son estúpidos adulterados por el estudio…pero estúpidos al fin y al cabo.

Menos mal que, en medio de este caos, todavía hay un hueco para los sueños. La pasada semana fuimos invitadas al trunk show que el peletero leonés Santiago del Palacio ofreció en Madrid.

La palabra trunk (en inglés, baúl) remite a los inicios de este tipo de presentaciones cuando los diseñadores no tenían boutique propia y guardaban sus diseños en arcones para ir de una ciudad a otra y poder enseñar sus colecciones. Actualmente, estas presentaciones tienen un carácter privado y de trato más cercano con el cliente y buscan poner a su alcance las prendas que han visto en pasarela antes incluso de que lleguen a las tiendas.

Durante el desfile disfrutamos de una exquisita puesta en escena, visón, zorro o armiño combinaban a la perfección con tejidos de punto y paño de cashmere en diseños fáciles de llevar y de adaptar a tu armario diario cumpliendo, además, un doble objetivo : regalar a la mujer una prenda práctica que la proteja del frío y que es, a su vez, una pieza atemporal que realza su personalidad y elegancia natural.

A lo largo de la vida y, especialmente en tiempos difíciles como estos, el trabajo y la constancia son la clave para mantenerse. Rodearte de tu gente y aceptar los éxitos con la mayor humildad son la clave para triunfar.

Gracias a Santiago del Palacio y su maravilloso equipo por recordarnos que, a pesar de las circunstancias, toda la vida es sueño y los sueños, a veces, realidad son.