Cerrar

jesús fernández

Un apasionado del detalle

Sus conocidos tronos en madera sobre la semana santa leonesa son sólo una parte del trabajo que realiza este leonés amante de lo antiguo

El leonés Jesús Fernández retoca una de las piezas para restaurar con las que trabaja en su taller, donde se dedica a un oficio que le viene de familia.

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

Su pasión por la restauración le viene de familia. El padre de Jesús Fernández García se dedicó al mismo oficio al que se dedicó el abuelo, Cayo Jesús Fernández Espino, autor del libro Las vidrieras de la Catedral de León en acuarela.

Ahora Jesús dedica su tiempo a darle una nueva vida a las antigüedades que llegan a su pequeño taller, en la zona de la Universidad. Allí cuida con mimo cada una de las piezas que caen en sus manos, muchas de ellas rescatadas de algún viejo rincón, realizando un trabajo de artesano como los de antes.

Su pasión por los detalles le llevó, hace seis años, a empezar una ‘colección’ de pasos de la Semana Santa de León en miniatura que han dado mucho que hablar y que no ha dejado desde entonces. Él los llama ‘tronos’ y son pequeñas recreaciones de la semana de pasión. Un maridaje de cultura y tradición leonesa reducido a escala. Todo un universo en miniatura.

Comenzó junto a su amigo el miniaturista Carlos Álvarez, quien hacía los pequeños escudos en plata que acompañan a cada una de las piezas. Entre los dos, eligieron la imagen del Nazareno como el primer objetivo. Un trabajo que les llevó meses y en el que plasmaron con detalle cada uno de los trazos de la imagen, desde la figura del Cristo hasta las velas o las flores que sirven de decoración a la pequeña escultura y en el que están representadas todas las hermandades y cofradías de la ciudad.

La Dolorosa, del Dulce Nombre, fue su segundo objetivo, pero al acabar esta talla, a la que dotaron de luz para poder apreciar bien las vidrieras de la catedral que la acompañan, su compañero murió. Decidió dejarlo pero explica que la insistencia de mucha gente que admiraba su trabajo le llevó a retomarlo poco después. «La mayor satisfacción que me da esto es el agradecimiento de la gente y saber que lo que hago les gusta de verdad, eso fue lo que me llevó a retomar el trabajo. esto me ha dado muchas satisfacciones, no económicas, sino personales», explica.

A la Dolorosa —con calados góticos en madera y esquinas reforzadas con 16 columnas— le siguieron San Juan, el Cristo de los Balderas, de las Siete Palabras; el Cristo yacente, de Angustias y la que está en pleno proceso de elaboración para la próxima Semana Santa. Serà la resurrección de Jesús Divino Obrero y ahora está perfilando algunas de las piezas que la compondrán.

Cada una de ellas, dedicada a una cofradía de León, le lleva un año de trabajo. «Sólo le dedico mi tiempo libre y todos los días una hora, además de los sábados por la mañana», señala. Cuando acaba la Semana Santa, ya se pone manos a la obra con el siguiente paso. Un trabajo que no acaba nunca y que piensa seguir haciendo mientras pueda y mientras siga llegando gente a su taller para contemplar estas pequeñas obras de arte. Su intención es representar de esta forma las dieciséis cofradías de León bajo su peculiar punto de vista.

No están a la venta pero asegura que hacerlas tiene un coste entre cuatro y cinco mil euros.

Se declara apasionado de la Semana Santa y de León. Todos sus tronos, con un diseño que realiza él mismo y cuyas figuras en cambio si trata de reproducir de manera fiel a las que llevan las cofradías, llevan símbolos la ciudad que le vio nacer y en la que vive y una imagen de La Virgen del Camino se esconde en la parte trasera de cada uno como un pequeño ángek de la guarda. «Llevo a León en el corazón», añade.

Los detalles

La mayoría de estas piezas, con una medidas de 40x26x14 centímetros, tan hechos en madera de nogal y otros en haya y acabados en policromía. «Con estas maderas se trabaja muy bien para moldear y tallar las figuras», argumenta. ¿Sus herramientas de trabajo? La gubia y sus propias manos.

Primero traza con un lápiz su diseño sobre papel y hace un boceto en arcilla para continuar con el desvaste en la madera, de donde saldrá la pieza definitiva.

Asegura que para realizar su trabajo hay que estar muy preparado. «Hay que saber restaurar, tornear, tallar, barnizar, laminar en oro, algo de policromía y muchas cosas más, pero también es fundamental saber dibujar, si no, estás perdido». Pero, sobre todo, «te tiene que gustar este trabajo para poder hacerlo bien».

Indagar en los materiales que utilizará en sus creaciones es otro de sus trabajos, lo que le ha llevado, por ejemplo, a utilizar forros de cables como pequeñas velas de adorno para sus particulares pasos de Semana Santa.

Él aprendió mucho de pequeño, viendo lo que hacían su abuelo y su padre y ahora esa tradición familiar se ha convertido en su medio de vida. Camas antiguas, baúles, cómodas o pequeños tesoros como un reclinatorio son algunas de las piezas que se pueden encontrar en su taller y que están en pleno proceso de transformación.

«Antes la gente tiraba de todo, pero ahora con la crisis, recupera más muebles para volver a utilizarlos y estas piezas antiguas vuelven a tener un valor», apunta.

Para este leonés, los muebles antiguos deben ir mezclados con otros de aires más modernos «para que destaquen más» y defiende que algunas de las reliquias que restaura pueden hacer una pareja perfecta con muebles de Ikea porque «ahora ya no tiene que ir todo a juego».

Lo que tiene claro es que la calidad de las piezas de antes no es como las de ahora. «En restauración, todos los muebles son de nogal, mientras que los de ahora suelen estar hechos de maderas mucho más débiles», aclara.

Sus trabajos sobre la Semana Santa se exponen todos los años y ya es su propio público el que reclama cada vez que se acerca la Semana de Pasión para poder admirar su nuevo trabajo curativo. Ese calor del público es lo que ha llevado a Jesús Fernández a decidir a dar clases de restauración en su propio taller, un nuevo proyecto con el que tiene pensando comenzar el año que viene.