el encantador de serpientes
el regreso de tonY blair
El ex primer ministro británico renace como el líder del europeísmo en su país y aborda el presente y el futuro de la economía
El encantador de serpientes regresó a la ciudad en la que sus discursos son recibidos con el filtro del descrédito por su trayectoria como primer ministro pero, tras escuchar ayer a Tony Blair hablar del «error monumental» que supondría para Reino Unido apartarse de la Unión Europea, un miembro de la audiencia en el Real Instituto de Asuntos Internacionales le preguntó si él es el presidente que la UE necesita.
La audiencia no era hostil. Había sido convocada por Business for New Europe, una organización de empresarios que nació con el amparo del Nuevo Laborismo y que promueve la bondad y la reforma de la UE en una atmósfera que se ha deslizado en los últimos años hacia un euroescepticismo que ya contempla no solo negociar de nuevo la participación británica sino que también retirarse de la UE.
«‘Europa está en crisis, marchémonos’ podría lograr una mayoría en un sondeo», reconoció Blair, como un elemento nuevo en la política británica, donde lo dicen políticos conservadores, líderes nacionales y lo apoya la población. Pero eso «debilitaría políticamente a Reino Unido, nos dañaría económicamente y causaría una enorme destrucción de nuestros verdaderos intereses en el largo plazo».
Para justificar esa afirmación construyó un argumento histórico. Los fundadores de la Europa unida estaban motivados por el idealismo, por el deseo de paz. Pero el mundo ha cambiado y la UE ya no se ve tampoco como una garantía de creciente prosperidad. ¿Cómo se justifica la UE hoy? Con la aceptación, por Blair, de que la política a ese nivel «se basa en el brutal realismo del poder».
Describió los retos económicos que plantea el crecimiento de China o India, predijo que la movilidad de la tecnología llevará a que se alinee en el futuro el tamaño de la población de los países y su producción, un mundo en el que Estados Unidos va perdiendo el estatuto de poder único incontestable... En ese mundo es una quimera que el Reino Unido quiera imitar la posición de Noruega o de Suiza.
Evocó al Winston Churcill de 1946, que en Zurich pronunció su discurso animando a la creación de unos Estados Unidos de Europa, basados en la cooperación estrecha de Alemania y Francia, y recordó que Londres pasó las dos décadas posteriores intentando ingresar o influir su progreso desde fuera. Con la perspectiva que da el tiempo, señaló, hubiese sido mejor entrar desde el principio.
Consecuencias dramáticas
¿Cuántas veces ha pronunciado Tony Blair un discurso de este tipo? Fueron innumerables durante su mandato, sin que su promesa de iniciar una campaña para cambiar las actitudes británicas hacia la UE cuajaran en algo determinante. El ex primer ministro cree que ahora es también distinto, porque la controversia sobre la transformación de la UE se va a imponer ante los británicos. «En los próximos dos o tres años, se va a producir un enorme y agitado debate sobre el futuro de Europa», dijo. «Eso ocurrirá, por cierto, independientemente de lo que pase con el euro. Si sobrevive, es seguro que habrá grandes cambios. Pero incluso si quiebra, y espero que no ocurra, las consecuencias para Europa y sus instituciones serán dramáticas».
Por eso, hablar de un referéndum sobre la pertenencia a la UE no le parece a Blair «una manera muy bonita» de zanjar el debate británico. Lo que debería hacer su país es comprometerse con la unión y aprovechar la oportunidad de promover reformas de la UE —la laboral que él proponía y que España debió emprender en el 2005 y no ahora, dijo como ejemplo, o la de las pensiones— mientras la eurozona avanza hacia su gran pacto de supervivencia.