pediatría
Padres con ‘fiebrefobia’
El miedo de los progenitores a la fiebre surge por falta de información y la creencia de que puede ser perjudicial y causarle convulsiones a su hijo
A medida que va aumentando la fiebre de un recién nacido o un niño de pocos meses o años de edad también se van elevando el temor y el nerviosismo de muchos padres ante los posibles daños que pueda sufrir su hijo.
Para los pediatras, ante un cuadro febril siempre está justificada la precaución pero en ningún caso la alarma exagerada. La información puede ser un arma tan eficaz como los fármacos antitérmicos si ambos son los adecuados y se utilizan bien.
La fiebre es uno de los motivos frecuentes de consulta para los pediatras. Sin embargo, para los especialistas de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) «es más importante conocer el origen de la fiebre y el estado del niño, que la temperatura en sí».
«Es importante que los padres sepan que la fiebre es una respuesta del organismo para hacer frente a las infecciones y que la tos sirve para eliminar secreciones», señala el doctor Francisco Hijano, pediatra y coordinador del 9º Curso de Actualización en Pediatría, organizado por la AEPap.
Según el doctor Hijano, «muchas veces el miedo de los padres a la fiebre ( fiebrefobia ) en los niños surge por desconocimiento y por la creencia de que ésta puede ser perjudicial y provocar convulsiones, que sólo se presentan en 4 de cada 100 casos».
El doctor Ramón Ugarte, pediatra del Centro de Salud Olaguibel, de Vitoria refiere que «los antitérmicos (medicamentos para bajar la fiebre), prescritos frecuentemente, no son tan eficaces como se cree y pueden suponer un gasto energético injustificado en niños pequeños».
Para los pediatras de AEPap es clave que los padres reciban educación sobre qué es la fiebre y cómo hay que tratarla.
El doctor Ugarte aconseja «hablar a las familias de la necesidad eventual de analgésicos y no de antipiréticos o antitérmicos» y añade que «debe tratarse el dolor o las molestias que causan la fiebre y no la fiebre en sí misma».
Los expertos de AEPap coinciden en que la variedad de fármacos disponibles y su fácil dispensación, ya que muchos de ellos no requieren receta médica, hace que estos sean considerados como fármacos seguros y que se administren habitualmente.
Aunque no está incluida en los manuales de psiquiatría o medicina, la fiebrefobia o miedo irracional a la fiebre, según los pediatras no es un fenómeno nuevo y afecta a numerosos padres.
Según la doctora Amalia Arce, autora del blog ‘Diario de una mamá pediatra’, ante la fiebre lo importante «son los otros síntomas y cómo se encuentra el niño; si sigue jugando, los padres pueden estar más tranquilos que si se encuentra apagado». No obstante, «si se trata de un bebé menor de tres meses, siempre hay que acudir a urgencias cuando tiene fiebre», señala Arce, porque, aunque en la mayoría de los casos no es un problema grave, los recién nacidos son más vulnerables a las infecciones.
De acuerdo a los pediatras Luis Santos, del Hospital de Denia, y Antonio Jurado, del Hospital Carlos Haya de Málaga, «la fiebre en general no hay que tratarla excepto cuando «el niño esté decaído, irritable, tenga dificultades para respirar o rechace el alimento», es decir cuando haya «una sensación de enfermedad», además de la fiebre.
Según estos expertos, si hace falta recurrir a la medicación para bajar la temperatura del niño, hay que administrarle paracetamol o ibuprofeno según las dosis recomendadas por el pediatra.
Una respuesta beneficiosa
Un informe de la Academia Estadounidense de Pediatría recuerda a los padres que la fiebre por lo general es sólo la respuesta natural del cuerpo contra la enfermedad, que reducirla podría en realidad prolongar una dolencia, y en general, sólo hay que tratarla si ésta hace que el niño se sienta incómodo.
«A veces, los padres creen que si tratan la fiebre el niño mejorará antes, pero la fiebre es una señal de enfermedad y la forma que tiene el organismo de hacer que los gérmenes vayan más lento y ayudar a deshacerse de ellos. Si usted baja la fiebre, tal vez el niño no produzca tantos glóbulos blancos para combatir la infección», explica.
El informe de la AAP sugiere que en lugar de enfocarse en la cifra del termómetro, los padres deben dejarse guiar por la conducta del niño para darle o no fármacos antipiréticos.
Los padres deben llamar al doctor si un bebé de menos de tres meses tiene 38 ºC o más de fiebre, si un bebé de entre tres y seis meses tiene 38 ºC o más de temperatura, si un niño mayor tiene una fiebre de 39.4 C o más y si cualquier pequeño tiene alta temperatura acompañada de letargo, dolor de cabeza, sarpullido, problemas para respirar o deshidratación.