relaciones públicas en israel
Pocas veces se ha visto en Israel una invitación tan rápida a un partido para que entre como distinguido socio en el Gobierno de otro, el mayoritario. Con el escrutinio apenas concluido una marea de artículos, fugas informativas y declaraciones dejaron claro que Benjamín Netanyahu, primer ministro y jefe del Likud, y Avigdor Lieberman, su ministro de Exteriores y jefe de Israel Beiteinu han abierto la puerta del poder a Yair Lapid, líder del partido revelación, Yesh Atid (Hay un Futuro), quien ganó 19 escaños, un tesoro.
El dúo mencionado (cuyos partidos concurrieron a la elección del martes en una lista única que recibió 31 escaños cuando sumados sus efectivos en el Parlamento saliente tenía 42) apenas pudo disimular su prisa por abrir una negociación y la fórmula educada la encontró el ex ministro de Exteriores Silvan Shalon (Likud) al decir: «lo que el público quiere es a Netanyahu como primer ministro y a Lapid dentro del Gobierno». Lieberman, por su parte, se apresuró a prometer que la prioridad del nuevo Gobierno serán los asuntos internos, es decir la aburrida despensa, las becas, los precios, y sobre todo, los pisos, la preocupación de los jóvenes que votaron mucho por Lapid.
En términos políticos y programáticos, Lapid es un halcón, aunque formalmente muy moderado, gran comunicador y fotogénico (como exitoso experiodista de TV) y con él se dará un barniz de cortesía al inalterable plan israelí de quedarse con gran parte del territorio. Pero eso será imposible y Lapid descubrirá en seguida que las relaciones públicas son una cosa y la vida, otra. Si él se presta al juego le queda de vida política lo que le quede a la nueva coalición. Palestina, escrita sin comillas pues es un Estado de las Naciones Unidas con un estatus de observador, será un Estado bajo ocupación de otro convertido así en un ‘Estado-apartheid’. Lástima: lo que se vislumbra es otra pérdida de tiempo y, lo que es peor, un eventual río de sangre aunque el Gobierno palestino ha optado por no disparar ni un tiro y recibir justicia al fin. por un aislamiento internacional de Israel que ha crecido mucho en los últimos años.