Guerra de divisas
Las inminentes elecciones en Italia y en Chipre pueden provocar un cierto debilitamiento del euro. También puede jugar contra la moneda común la cifra definitiva de déficit con la que España cierre el pasado ejercicio. Son las referencias fundamentales a corto plazo para el atribulado y tenso mercado de divisas. Un mercado que se ha convertido en algo muy parecido a un campo de batalla. EE.UU, China, Gran Bretaña, Japón, Brasil y Europa luchan por obtener una ventaja en las transacciones comerciales mundiales gracias a una moneda más barata. Las grandes economías tratan de conseguir ventajas competitivas gracias a la depreciación de su moneda. Las divisas se han convertido en armas comerciales.
De la reunión del G20 en Moscú ha surgido un comunicado en el que las grandes economías del Planeta se comprometen a garantizar que las decisiones de política monetaria se dirigirán a la estabilidad de los precios y al crecimiento y no hacia la devaluación competitiva de divisas. Los analistas comienzan a preocuparse. De hecho, crece el peligro de que se deteriore la economía mundial como consecuencia directa de las maniobras para intentar depreciar las grandes monedas. La desestabilización del sistema económico global es una de las posibles consecuencias de esta guerra.
Las grandes economías tratan de aumentar su tasa de crecimiento, o salir de la recesión, mediante agresivas medidas de política monetaria. EE.UU., Gran Bretaña y Japón están poniendo en el mercado masivas cantidades de dinero. Están inyectando liquidez en el sistema financiero en cantidades astronómicas. Las elementales leyes económicas de la oferta y la demanda señalan que cuanta más oferta hay de un bien, menor es su valor. Mientras, China y Suiza han puesto techo al valor de sus divisas.
El Banco Central Europeo está preocupado por que la fortaleza del euro pueda dañar las exportaciones y retrasar la relajación de la crisis de deuda de la eurozona. Puede deteriorar las exportaciones de los países periféricos. Los comentarios se producen después de que el presidente del BCE, Mario Draghi, insinuara que podría tomar medidas para reanimar la economía si la fortaleza del euro lesiona el crecimiento. De momento, el euro ha perdido fuerza gracias a esta intervención «oral» de Draghi en el mercado de divisas. El euro ha pasado en pocas horas de 1,37 a 1,33 dólares.
Pero no parece que el BCE vaya a intervenir directamente en el mercado de divisas. El BCE podría incluso situar el tipo de interés que paga por los depósitos de los bancos por debajo de cero. Un tipo de interés de los depósitos negativo podría alentar a los bancos a prestar dinero en lugar de acumularlo en el BCE. Si el euro sigue fortaleciéndose frente al dólar, el yen y la libra, el BCE rebajará sus tasas de interés. Pero los analistas creen que eso no ocurrirá hasta que el euro cotice por encima de 1,40 dólares.