José magín cantón
Alma de color magenta
magín el del bombo acude cada fin de semana a los campos de tercera para ver a la cultural. nunca falla. el tambor y la cuchara marcan el ritmo de una pasión
Hace quince años, «más o menos», cargó sobre su hombro un tambor y puso en su mano una cuchara para dar rienda suelta a una afición que se desborda cada domingo. José Magín Cantón, ‘Magín, el del bombo’, nunca falla a su cita semanal con la Cultural. Da igual si juega en casa o a domicilio. Él siempre está en la grada. No se arruga aunque vengan mal dadas. «Una vez fuimos a jugar contra el Zaragoza B con una nevada impresionante. Salimos a las dos de la mañana y llegamos a las doce», relata.
Tiene 57 años. Y el escudo de la Cultural grabado a fuego en el pecho. «Si de verdad eres de un equipo y lo llevas dentro, no importa si está en Segunda o Tercera porque siempre vas a apoyarlo. Tengo compañeros que cuando descendió dejaron de ir al campo. No son culturalistas», lamenta. Su fidelidad soporta todas las pruebas. Como la cuchara, «aunque he roto unas cuantas», recuerda. Las compra en una ferretería de Santa María del Páramo porque —dice— «son las más duras que he encontrado». El bombo siempre «ha sido el mismo».
Su pasión le viene de lejos. «Empecé a ver a la Cultural cuando jugaba en Segunda División. Siempre he sido socio», explica Magín. Ha «sufrido mucho» con su equipo. «Incluso llegué a llorar cuando caímos ante el Sabadell. Si pierden un partido importante estoy mal una semana», afirma.
Su mujer, Sabina, sabe bien de lo que habla. Llevan casados 31 años. «Ella no es futbolera pero me anima mucho. Ahora viene conmigo a los partidos de fuera», revela. Pasan juntos la mayoría del día. Ella lleva las cuentas del taller de vehículos que regentan en Veguellina desde hace 25 años. Él es mecánico. «Nunca hemos tenido ningún problema con un cliente. La gente sabe como somos y, la verdad, ni siquiera hemos notado la crisis porque las personas que vienen aquí son muy fieles», celebra.
Empezó a trabajar de muy joven, «con 14 años». Aprendió el oficio y montó su primer taller en Valdesandinas a los 24. «Ahí estuve una década, luego me fui para Veguellina, donde empecé con la marca Peugot», apunta.
Es un apasionado del motor. Tiene algún que otro coche de época. La pieza más preciada, un Mercedes de hace cuarenta años, «con cambio automático y aire acondicionado. Toda una joya», declara.
Asegura que tiene amigos por toda España. «Me he recorrido la mayoría de los campos de Segunda B y muchos de Primera», matiza. «Nunca he tenido problemas, todo lo contrario. Me quieren en Astorga, en La Virgen, en Ponferrada... Pero mi equipo siempre será la Cultural», insiste. También el Atlético de Madrid. «Cuando ganaron la Liga llegué a bajar al vestuario con un amigo», subraya Magín, que no piensa en colgar el bombo. «Espero seguir muchos años más, hasta que ya no pueda darle», recalca. Hoy, como cada fin de semana, volverá a enfundarse en su camiseta magenta de la Cultural, con el 12 a la espalda, para aporrear el tambor con esa cuchara. Arengará a la grada con su ya tradicional ‘paseíllo’ por la Tribuna. «Todo por el ascenso».