Arte belga
Bordados para el papa
Un taller de Bruselas es el encargado de vestir de encajes la sencillez del pontífice, mostrando al mundo la riqueza de una artesanía histórica
Artesanas costureras del histórico taller de la familia Rubbrecht, situado en la céntrica Grand Place de Bruselas (Bélgica), han confeccionado los encajes que visten la «sencillez» del papa Francisco en el Vaticano.
Las agujas del taller Rubbrecht, que cuentan con más de medio siglo de tradición confeccionando los encajes y puntillas con las que se adorna buena parte de la vestimenta de los pontífices y el resto de prelados de la Iglesia Católica, enviaron a Italia distintos diseños, antes de que resultara elegido como santo padre, el cardenal jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio.
Eline Rubbrecht, la tercera generación de esta histórica tienda, dijo estar confiada en que el repertorio enviado sea del agrado del recién elegido papa, aunque aseguró que los gustos de Francisco son muy diferentes al de su predecesor, Benedicto XVI.
En concreto, Rubbrecht recordó que durante el pontificado de Benedicto XVI, en el Vaticano se impuso una moda con encajes tradicionales grandes en los que mostrar mejor los símbolos religiosos, mientras que con el pontífice Juan Pablo II se optó por motivos religiosos simples y detalles tradicionales.
Desde el primer momento
Los cambios ya se han hecho notar desde el mismo día en que se anunció la elección del sucesor de la silla de San Pedro, cuando Francisco se presentó con la sotana blanca, color reservado para los papas, y con la estola, pero sin esclavina roja, detalle que, según los observadores, denota la sencillez de su pontificado.
Según explicó el responsable del taller belga, esta laboriosa tarea se reparte entre dos capitales: Bruselas y Roma, precisamente en esta última tienen un contacto que se encarga de dar el último retoque a los encajes para después unirlos al resto de atuendos papales.
RIQUEZA ORNAMENTAL
Por otro lado, aseguró que la sencillez del papa que hace el número 266 de la Iglesia Católica, al que algunos ya han calificado como «el papa de barrio», también es compatible con llevar una vestimenta tradicional y con su deseo de ser un pontífice para la gente menos favorecida.
En este sentido se mostró molesta con aquellos que critican que el papa se gaste dinero en estos adornos de vestimenta, ya que, a su juicio, «con ello se contribuye a conservar la tradición centenaria de un oficio que, de otro modo, correría peligro de desaparecer».
De igual modo Rubbrecht, calificó de «injustificadas» las críticas y recalcó que se deben a una falta de conocimiento sobre cuál es el verdadero precio de los encajes, que pueden oscilar desde los 22 a los 3.600 dólares del modelo más caro, en función del pedido. Asimismo, aseguró que aunque en la Iglesia no se rinden a los pies de las últimas tendencias de la moda, sí que se utilizan distintos encajes para ajustar los símbolos a cada una de las festividades religiosas, como la Pascua o la Navidad.
Desde que en 1972 el taller Rubbrecht abriera sus puertas, son muchas las personalidades que han acudido a uno de los lugares más emblemáticos de la capital belga en busca del encaje perfecto para decorar sus velos de bodas, o vestidos de bautismo, entre muchos otros pedidos.
«Soy consciente de que mis cordones están llegando al Vaticano», destacó Rubbrecht al tiempo que concretó que había visto al actual secretario de Estado Vaticano, al cardenal Tarcisio Pietro Bertone, con alguno de sus encajes adornando sus casullas. Entre sus clientes, además de una larga lista de colaboraciones con los miembros purpurados de la Iglesia Católica, también destacan otros nombres como el de la princesa Isabella Orsini, la cantante egipcia Dalida o algunos de los componentes de la banda británica Queen.