pERSONALIDAD
Yo y mis otras formas de ser
lAS PERSONAS CAMBIAN SUS PERCEPCIONES CON EL PASO DEL TIEMPO, AUNQUE NO LO CREAN. lO MISMO SUCEDE CON EL EGO Y LA AUTOESTIMA
No puedo cambiarlo, es mi forma de ser...», «¿Que quieres que le haga? ¡yo soy así!». Lo afirman muchas personas para dar a entender que sus ideas, actitudes y conductas son algo muy estable, casi una impronta genética grabada en su ADN, como el color de los ojos o la tendencia a engordar. Todos sabemos que al llegar al periodo adulto no somos los mismos que cuando éramos adolescentes, aunque creemos que nuestros gustos y convicciones básicos no han variado demasiado y así seguirán.
La revista Science ha publicado un estudio sobre la maleabilidad humana, que describe la denominada ‘ilusión del final de la historia’ (IFH). Se trata de uno de los autoengaños más frecuentes: aquel que sufre la mayoría de la gente al pensar que su personalidad no cambiará con los años, pese a tener evidencias de que ello ha ocurrido en el pasado.
Los investigadores de tres universidades se plantearon esta pregunta: «¿Por qué todo el mundo toma tan a menudo unas decisiones de las que después se arrepiente?».
Al realizar un estudio para responderla, descubrieron que todos sufrimos una confusión sobre la naturaleza de nuestro yo futuro y subestimamos seriamente el poder del paso del tiempo en lo referente a la transformación de nuestros valores, preferencias y personalidades.
«Se tiende a tratar erróneamente el presente como una línea divisoria o un momento decisivo en el que uno se convierte en la persona que será el resto de su vida», según el estudio de Daniel T. Gilbert, de la Universidad de Harvard; Jordi Quoidbach, del Fondo Nacional de Investigación Científica de Bruselas; y Timothy D. Wilson, de la Universidad de Virginia en Charlottesville.
LA HISTORIA TERMINA AHORA
Estos psicólogos experimentales midieron la personalidad, valores y preferencias de más de 19.000 personas, mujeres y hombres, que tenían entre 18 y 68 años de edad. Les preguntaron sobre sus preferencias y gustos actuales en distintas áreas, como música, comida, aficiones y amistad, si éstos eran iguales o diferentes de los que tenían hace diez años y si creían que serían los mismos o cambiarían dentro de una década.
Según los autores, las personas «tienden a subestimar cuánto cambiarán a medida que cumplan años, porque quizá opinen que su personalidad presente es atractiva y sus preferencias son sabias, lo que les impide pensar en la posibilidad de cambiar, o porque tal vez crean conocerse muy bien a sí mismas y que un cambio en el futuro puede amenazar esa creencia».
«En segundo lugar, construir mentalmente cosas nuevas es más difícil que reconstruir las ya pasadas, y es probable que la dificultad de predecir cómo será algo lleve a muchas personas a asumir que no se producirán demasiados cambios», añaden.
ALTIBAJOS DE LA AUTOESTIMA
Uno de los rasgos de nuestra forma de ser que más cambia con el paso del tiempo, son nuestros sentimientos de aceptarnos como somos, querernos a nosotros mismos y percibir que somos competentes y valiosos como personas.
La autoestima se va modificando a medida que nos vamos haciendo mayores, aunque no lo hace de manera previsible y lineal: aumenta a medida que la gente madura, pero al llegar a los sesenta años de edad la persona atraviesa un punto crucial, en el cual su autovaloración tiende a decrecer.
Es lo que concluye un estudio del investigador Ulrich Orth, en colaboración con Richard Robins, ambos de la Universidad de California, en Davis (UCDAVIS), en Estados Unidos, para el que encuestaron a 3.617 adultos estadounidenses, de entre 25 y 104 años de edad.
A través de su trabajo, los científicos descubrieron que los individuos jóvenes tienen una menor autoestima, la cual va aumentando con el paso de los años, hasta alcanzar su punto máximo al inicio de la sexta década de vida, para después volver a decaer a medida que se envejece.
Los investigadores creen que esto puede obedecer a que «en la mediana edad las relaciones laborales, familiares y románticas son estables, y las personas ocupan posiciones de poder y disfrutan de un mejor estatus social, lo que podría potenciar su autoestima».
En cambio, a partir de la sexta década de vida «los adultos mayores pueden experimentar cambios de roles como el «síndrome del nido vacío», la jubilación y la obsolescencia de sus destrezas laborales, además de tener una peor salud, lo cual puede afectar negativamente su autoestima», según el psicólogo Richard Robins.