Diario de León
Publicado por
andrés aberasturi
León

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La pregunta con la que titulo esta reflexión me la hacía un vecino —creo que prototipo del ciudadano medio— que naturalmente no había leído las memorias de Mario Conde y cuyas fuentes de información son, habitualmente, las noticias de la tele y lo que pueda cazar al vuelo en alguna emisora de radio. Pues bien, el hombre había visto la primera parte de la muy libre serie sobre Mario Conde en Telecinco y no daba crédito a tanta «porquería» (esa fue su palabra).

«¿Pero esas cosas pasan?» Y me lo preguntaba a mí porque se supone que un tipo que se ha dedicado al periodismo media vida tiene que estar al cabo de la calle de tanta porquería y conocer de primera mano a intermediarios, gobernadores del Banco de España, tiburones varios, corruptos, traidores y salvapatrias. ¿Esas cosas pasan? Pues sí, pasan, han pasado y, me temo, seguirán pasarán porque es el propio sistema quien alimenta estas conductas, porque todos se terminan justificando de alguna forma y porque el poder termina siempre caminando por túneles tóxicos para perpetuarse.

El drama es que en estas historias sólo hay villanos dispuestos a lo que sea y los héroes no existen, ni las personas honradas. Claro que pasan esas cosas, claro que se compran por un puñado de millones falsedades y silencios, favores y complicidades. Es así como funciona el sistema y los que elegimos para que ese sistema funcione, son los que no dudan, por ejemplo, en señalar a jueces como responsables de absurdas conspiraciones, mientras a ellos se le llena la boca hasta atragantarse de hermosos conceptos como regeneración democrática, transparencia y honradez.

Y sí, esas cosas siguen pasando cada día y uno se pregunta que si lo que se publica es sólo parte de la verdad, cómo será toda la verdad. Tal vez una cosa se podría pedir en estas horas de confusión y turbulencias, una cosa que apuntaba Conde y en la que tenía toda la razón: la cada vez más necesaria —y cada vez más cercenada— independencia judicial. Sólo con una Justicia no comprometida podríamos confiar en el futuro. Pero a día de hoy ni está ni se la espera.

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