Diario de León

Desmadejadas

Las guerrilleras de las agujas

Las ‘urban knitting’ leonesas son grafiteras que usan madejas en lugar de aerosoles con una función similar: decorar el mobiliario urbano sin destrozarlo

Su primera acción fue decorar un banco del parque de la Chantría en 2012.

Su primera acción fue decorar un banco del parque de la Chantría en 2012.

Publicado por
Lucía Diez
León

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Muy pocos materiales se necesitan para obrar el milagro. Unos hilos de cualquier color de la gama cromática —se aceptan los fosforitos—, agujas —de velocidad, de plástico, circulares o laneras, pues las maravillas se modelan según la especialidad— y, sobre todo, mucha paciencia, un pequeño recoveco donde verter horas, minutos y segundos sin que se llegue a desatar la histeria. Con todos estos ingredientes, se puede crear cualquier tipo de animal pasando por tapetes para el mobiliario urbano o flores para decorar las letras símbolo de la ciudad. El grupo que realiza este tipo de grafiti sin dañar el medio metropolitano y con la única función de darle más color a las calles es Desmadejadas, una asociación formada por hombres y mujeres de todas las edades que se reúnen para no dejar puntada sin hilo. Y vaya que lo consiguen.

Desmadejadas nació «por el impulso de las redes sociales», asegura una de sus integrantes, Cristina Cenitagoya. El yarn bombing o urban knitting , fenómenos de los que se nutre este arte urbano, consisten en decorar, en atacar la ciudad con diversas formas creadas con madejas, una nueva práctica pública que recoge las maneras tradicionales de las abuelas pero con un punto de locura y modernidad.

Esta actividad, con múltiples acepciones como grafiti knitting o ganchillo urbano, cubre cualquier punto, ya sean árboles, semáforos, papeleras, verjas, bocas de incendios o incluso bancos.

Esta peculiar iniciativa nació al otro lado del charco de la mano del grupo Knitta, en Houston, EEUU, donde dos mujeres idearon un grafiti tricotado para embellecer la ciudad; una idea que se ha extendido a otras partes del mundo como París, Tokio y ha llegado a España, hasta asentarse en esta pequeña ciudad.

Desmadejadas vio la luz del día del cielo leonés en mayo de 2012, inspiradas por los movimientos que se habían registrado en otras partes de la geografía española. Cristina asegura que muchas de sus integrantes son blogueras, lo que facilitó bastante la tarea de integración. «Estábamos en contacto con muchos grupos surgidos en otras ciudades». Su primera acción fue decorar un banco de la Chantría y desde entonces no han parado. Las guerrilleras-tejedoras de León tienen como bandera la espontaneidad. No eligen sus objetivos con gran premeditación y alevosía, sino que se deciden por casualidades de la vida, a veces coincidiendo con alguna festividad o simplemente por dar color a alguna parte de la ciudad que lo requiera.

Las urban knitting de todo el mundo se caracterizan por su cruzada pacifista contra la frialdad de las ciudades, por su lucha de aportar color a la fría y, a veces, inhóspita ciudad. Un lugar que, a pesar de contar con población por doquier, en ocasiones se presenta vacía y solitaria. En el caso de León no se trata de una asociación cerrada, con un carné para identificar a cada integrante del mismo, sino que la participación es libre. Sin embargo, «hay unas ocho o diez personas fijas, aquellas que participamos en la primera actividad», asevera.

Aunque el movimiento pueda parecer ‘una cosa de chicas’, el grupo alberga tanto a hombres como a mujeres. Sin embargo, no hay tantos, como asegura Cristina, «ya sea por desconocimiento, no saben que existe esta actividad, o por vergüenza». No obstante, afirma que sí han acudido algunos en las quedadas que el movimiento leonés ha realizado.

Las quedadas

Y es que Desmadejadas no se dedica únicamente a decorar de forma espontánea lugares de la ciudad con hilos de colores, sino que también se reúnen de vez en cuando para poner en común sus conocimientos y sus técnicas. Hebra con hebra, puntada con puntada y aguja con aguja perfeccionan su arte y ayudan a los menos avezados a progresar. En estas quedadas se suele decidir cuál va a ser el objeto que sufra el ‘vandalismo de ovillo’ para dejar todo listo.

Como si se tratara del atraco a un banco, Desmadejadas urde diferentes puntos como el fantasía, nave o triple para confeccionar tapetes, puntillas o cualquier figura como si fueran parte de la estrategia de un gran golpe. Su participación no está cerrada a nadie; «se anuncia por Facebook, donde tenemos un perfil — https://www.facebook.com/desmadejadas —y, además, muchas de nosotros contamos con blog, donde invitamos a participar a quien quiera». La primera tuvo lugar en febrero de este año y la segunda se produjo unos meses después, en mayo. Tras la grata experiencia del banco de la Chantría, Desmadejadas volvió a dejar patente su acción guerrillera en Espacio Vías durante la celebración de León Alternativo en septiembre de 2012. Banderines de ganchillo y árboles cubiertos con el amoroso tacto de esta técnica alegraron la ciudad a la vuelta de las vacaciones de verano. Sin embargo, antes dieron forma a los siete hijos de la ratona Rosita, que vive en la Biblioteca Pública de León y donde pulula por los libros y documentos que alberga.

Su última acción fue en junio, cuando ‘atacaron’ con flores las míticas letras de León, ubicadas enfrente de la Pulchra Leonina; elaboradas a mano, donde sus posibles defectos resaltan su naturalidad. En casi todos sus actos la clandestinidad fue su bandera, para trabajar con mayor tranquilidad, aunque la integrante de Desmadejadas comenta que «la gente es muy respetuosa con nosotros y nos animan a seguir adelante».

Sin embargo, la vida de estos proyectos es muy fugaz, ya que depende de varios factores, entre ellos, la mano del hombre. Cristina cuenta que las flores sólo duraron un día. «El domingo 2 de junio decoramos las letras y al día siguiente sólo quedaban las de la O, las más difíciles de despegar». No obstante, las otras iniciativas duraron más en el tiempo aunque «es muy tentador llevarse algo así», dice Cristina.

Las condiciones climatológicas también afectan a la colocación de estos tesoros de ganchillo. Los colores y formas que desprenden sus patrones contagian a toda la ciudad aunque su efecto no dura para siempre; por eso, Desmadejadas sigue remendando, para que la magia nunca se acabe.

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