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Siena, entre arte y ritos

la perla de la Toscana, una obra de arte en sí misma que gira en torno a un acontecimiento anual: el Palio, una carrera de caballos

Varios competidores se disputan el Palio durante la carrera.

Publicado por
Laura Murillo Rubio
León

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En plena campiña toscana, Siena se alza como una ciudad medieval que guarda su encanto rodeado de arte, historia, costumbres y ritos ancestrales. Desde sus angostas y empinadas calles hasta su imponente catedral, la villa es para sus habitantes el paradigma de un lugar privilegiado. Sin duda, el tesoro más antiguo de la región.

Nacida a la sombra de la leyenda de los hijos de Remo y vigilada siempre por la poderosa Florencia, dos fechas enmarcan el calendario sienés desde tiempos remotos: el 2 de julio y 16 de agosto, días en los que se celebra el Palio en la plaza del Campo. Se trata de una popular carrera de caballos de origen medieval, que atrae a numerosos turistas nacionales e internacionales a la ciudad toscana.

A LA SOMBRA DEL PALIO

«Il due luglio e sedici agosto, nel Campo di Siena, verrá corso Il Palio» (El 2 de julio y 16 de agosto tendrá lugar el Palio en el Campo de Siena). Así, entre carteles y altavoces se anuncia la llegada del acontecimiento que pone a toda la ciudad en pie. La fiesta se apodera de las calles en las semanas previas y todas las viviendas se engalanan para la ocasión. Es la época del año en la que los sieneses viven más en la calle que en sus casas y se organizan comidas multitudinarias entre los habitantes de una misma «contrada» (barrio o distrito).

Toda la villa vive por y para este acontecimiento. El Palio es para los sieneses el porqué de su vida diaria en las diecisiete contradas que forman la ciudad, cada año corren solo diez, y la rivalidad es motivo de discusiones, pues el poder del Palio se impone a cualquier otro acontecimiento político o deportivo.

UNA CARRERA HISTÓRICA

Cada una de las contradas tiene su color, bandera e himno propio, pero sobre todo tienen un jinete del barrio y un caballo, que es el protagonista de la fiesta. El equino, engalanado, entra en la iglesia para ser bendecido antes de la carrera y si gana es el rey de la fiesta posterior.

Un colorido desfile de todas las ‘contradas’ precede el inicio de la carrera. Tras el que, meses de preparación y rivalidad se dilucidan en menos de dos minutos, el tiempo en que se tarda en dar tres vueltas a la plaza del Campo (un kilómetro) y en la que el vencedor es el caballo, aunque haya podido perder al jinete por el camino (se monta sin silla).

Y el premio es el codiciado Palio, un estandarte de seda rectangular pintado y sostenido verticalmente sobre un asta blanca y negra, montado en un plato de plata con dos penachos blancos y negros que descienden lateralmente. Son los colores del escudo y bandera de la ciudad.

Durante la carrera la plaza ruge animando a los caballos, los cuales muchas veces resbalan y caen al suelo dejando en tierra a los jinetes, mientras el animal sigue en busca de la victoria dejándose llevar por el resto.

MARAVILLAS AL DESCUBIERTO

Además del Palio, Siena esconde mucho más entre sus cuestas y plazas, sus fachadas de color teja o sus pequeños ventanales. La villa puede presumir de contar con una de las catedrales más espectaculares de Italia. Y es que como en muchas otras urbes del país, Siena dispone de un asombroso conjunto que merece la pena conocer.

Su arquitectura alberga algunas de las muestras más características de los estilos románico y gótico. Prueba de ello es su famoso Duomo que data del siglo XIII, construido en lo más alto de la ciudad y reconocible por su característica fachada a franjas de mármol blanco y negro. En su interior, el lujo y la suntuosidad de la cúpula o los frescos que inundan las paredes seducen la vista del turista, que queda extasiado con la ostentación imperante en la catedral.

Por su parte, las vistas desde la Torre del Mangia cautivan por su espectacularidad a los visitantes, que desde lo más alto pueden apreciar tanto la ciudad como varias zonas verdes de la campiña toscana. Cuenta la leyenda que los estudiantes universitarios únicamente deben subir una vez finalizadas sus carreras, pues de lo contrario, jamás las acabarán.

Y es que toda Siena es un misterio, desde sus ritos más antiguos hasta los embrujos que esconden sus pequeñas callejuelas y cuestas. En la villa toscana todo guarda encanto medieval. Hasta sus gentes.