El impulso del carácter belga

Desde hace varias temporadas no es inusual encontrar apellidos belgas entre los nuevos fichajes de las grandes casas de moda francesas, como es el caso de Raf Simons para la ‘maison’ Dior. Y es que, el buen gusto de los diseñadores de este ‘petit pays’, como Cédric Charlier, entre otros, cotiza al alza en las pasarelas de medio mundo.

Uno de los ‘enfant terrible’ de la moda belga, el creador Jean Paul Lespagnard (Lieja, 1979), se ha convertido con los años en un maestro de la técnica y de los tejidos, y un referente imprescindible para los amantes de la moda.

Las propuestas de Lespagnard para su próxima colección de invierno 2013-2014 son una combinación imposible de los trajes de las mujeres de los pescadores holandeses, reversionados con el aire fresco, deportivo y desafiante del motocross.

Edouard Vermeulen (Ypres, 1957), el modista preferido por las reinas Matilde de Bélgica y Máxima de Holanda, así como de otras princesas belgas, holandesas y luxemburguesas, antepone y defiende la figura del modista a la del creador de moda. En concreto, Vermeulen reconoce que le han hecho falta «30 años para llegar a París» donde, fuera del circuito oficial de la semana de la alta costura, presenta sus propuestas para el próximo invierno.

Quien no arriesga, no gana. Y eso lo sabe bien el diseñador franco-alemán Marc Philippe Coudeyre, quien desde Bélgica, en su última colección de invierno, decidió rendir homenaje a España, buscando la inspiración en los colores y tradiciones de una tarde de toros en Las Ventas.

Otro de los grandes de la moda belga es Dries van Noten, uno de los que tienen cita permanente con la semana de la moda parisina, y también con el guardarropa de la reina Matilde. Para ella diseñó el vestido de fondo blanco y estampado en azul klein y negro con que se cerraron los festejos del pasado 21 de julio, cuando su esposo, Felipe asumió como rey de los belgas.