Diario de León

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Los ojos que sienten

Fotoperiodista y freelance, Sus imágenes han sido portada de varias publicaciones internacionales. es el leonés andrés martínez casares

Andrés Martínez Casares, fotógrafo leonés, en Haití tras el terremoto de 2010.

Andrés Martínez Casares, fotógrafo leonés, en Haití tras el terremoto de 2010.

Publicado por
Guillermo Otero Heras
León

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Tiene 30 años y el idealismo propio de la juventud. Andrés Martínez Casares nació en León, pero hace casi cinco años que abandonó la provincia para dedicarse a su vocación, el fotoperiodismo social, y retratar los estertores de las naciones y sus gentes. Haití, México y, ahora, Egipto han sido algunos de los lugares que sus objetivos han querido capturar.

—¿Por qué eligió el fotoperiodismo?

—Cuando empecé la carrera de periodismo se cruzó en mi camino la oportunidad de hacer unas fotos para un periódico local de Segovia. Poco a poco fui metiéndome en la fotografía.

—¿Puede vivir de ello?

—A día de hoy, diría que sobrevivo gracias a ello. Unas veces mejor, las más peor.

—¿El punto de inflexión por el que decidió cubrir situaciones de crisis social?

—Fueron varios factores. Pero un día me piré con el porfolio bajo el brazo a ver a un editor en Londres. Después de hablar con él, cuando acabamos la reunión, me preguntó: «Andrés, ¿qué tipo de fotografía te gustaría estar haciendo dentro de cinco años?». Y en esto ando.

—¿Cómo ve la profesión?

—La situación está jodida, está muy jodida. Además en España, en fotografía, la gente se extraña de que le pongas un precio a tu trabajo. El maldito «Oye, ya que estás me haces una foto y me la mandas». Estamos muy equivocados. El hecho de que, en ocasiones, los periódicos busquen fotografías gratuitas, de que los lectores colaboren con una foto, o incluso las mismas fuentes... Eso está provocando la destrucción de puestos de trabajo.

El periodismo en general ha perdido el norte. Se ha dejado un poco de lado esa producción propia y esa vocación de contar historias, por convertirse en voceros de los comunicados de prensa oficiales y las informaciones programadas. Se premia una inmediatez que nos deja siempre faltos de datos, de cercanía, de comprensión.

—¿Es fácil cobrar por una fotografía?

—La vulneración de derechos y el robo de imágenes está a la orden del día. No puedes publicar una foto por el mero hecho de que te las puedas descargar. A mi me ha pasado, se han descargado fotos de mi web y las han publicado cuando claramente aviso de que las fotos están protegidas. Y que hagan esto en un medio de comunicación... Es una canallada. Quizás el redactor no se dé cuenta, pero el día que consigan sus textos gratis le quitarán la silla, entonces que no vengan llorando, porque no querrán escuchar lo que les voy a decir.

—¿Se puede compaginar el fotoperiodismo de guerra o social con la vida familiar?

—Hace años, en una charla en Dinamarca, a un fotógrafo británico le hicieron la misma pregunta. Él afirmaba ser muy afortunado y decía que su mujer lo llevaba bien. Aquella pregunta era algo de lo que más nos preocupaba a todos los aspirantes a fotógrafos de veintipocos que estábamos en aquellas jornadas. Teníamos grandes fotógrafos delante, y tanto interés en saber de sus vidas como de sus fotos.

Yo no lo sé. Ni por ahora me dedico a cubrir guerras, ni tengo familia. Pero con el ritmo de vida de estar aquí, mañana allí, plantearte un viaje de un mes, dos meses, volver, estar, pensar en irte... Imagino que tiene que ser muy difícil de aguantar. A mí me encantaría. El hecho de tener una pareja estable para todo el mundo supone tener un cable a tierra, un confidente, un apoyo, más cuando tu trabajo en ocasiones te lleva a realidades tan alejadas de la tuya, cuando la inestabilidad es tan grande. Ahora tengo 30, quizás cuando tenga 35, por ejemplo, veré si para mí va siendo posible.

—¿Comprende a los periodistas que cubren la guerra desde un hotel?

—¿Y a los redactores que resuelven sus artículos por teléfono? Perdón por el cinismo, pero me revienta esta pregunta. Personalmente no conozco a ningún periodista que vaya a un conflicto, sea armado social, y no salga a buscar historias. Entonces, ¿para qué has ido? También te digo que no entendería que se corriesen riesgos innecesarios, y si en un momento se tiene que trabajar desde el hotel, por seguridad, no se haga. El periodismo es periodismo, lo hagas donde lo hagas, las historias están ahí y tu trabajo es ir a contarlas.

—¿Se puede hacer fotos protegiendo su vida y con una máscara de gas?

—Lo primero es lo primero, y es protegerse uno. Y sí, si se puede, pero es tremendamente incómodo, sobre todo con barba (afirma entre risas).

—¿Nunca tiene miedo?

—Sí, claro. Todos somos humanos. Cuando el riesgo es físico tienes que saber medir tus capacidades y lo que tienes alrededor, estar alerta y ser consciente de si puedes o no, si no el miedo te paraliza. Si en un huracán tienes miedo de que te lleve un desbordamiento de un río cuando quieres ir a hacer una foto, pues no te metes. Para mí el mayor miedo son las historias que hay detrás de las desgracias. Porque a veces no sabes a qué te vas a enfrentar y ya no puedes recular cuando las conoces.

—Después de visitar lugares tan descarnados, ¿qué supone la vuelta a casa?

—Yo he tenido dos regresos a León muy cabrones. Uno en la navidad de 2010, empecé el año con un terremoto y lo terminé con una epidemia de cólera. Entre tanto, un huracán y revueltas callejeras. El otro fue este año. Cuando tus amigos te preguntan por qué no hablas, algo no va como debería. Mientras estás trabajando almacenas, cuando paras tienes que ordenar, y es cuando profundizas en todo lo que has vivido y empiezas a asimilar. Tu realidad ya no tiene nada que ver con la de casa. Comprenderlo cuesta, hacerlo entender, más. Y al final los que están cerca se comen mucha de esta mierda.

—¿Qué opina de haber sido portada de varios medios?

—Bueno, cuando haces una portada es porque o la historia es lo suficientemente importante, o porque la foto es buena. Lo segundo da mucha satisfacción, la verdad. Las portadas son importantes para uno, pero sobre todo si se sabe disfrutarlas. Aunque yo no les daría mayor importancia. En todos los periódicos todos los días hay una, y eso en España, y son 363 al año. Visto así, ¿a que una portada ya no suena tan importante?

—¿Cuál cree que es el papel de la prensa gráfica en revueltas, guerras y catástrofes?

—Mirar, fotografiar y transmitir.

—¿Es la primera vez que visita Egipto?

—Si, no había estado antes por aquí.

—¿Por qué pasó de América a Egipto?

—Por cabezonería. Necesitaba un descanso de Haití, y llevaba un año y medio queriendo cubrir esta zona, y tres metido en el país más pobre de América Latina, conviviendo con una pobreza que no había conocido nunca, ¿sabes lo que es eso? Digamos que cansa y te toca dentro. Necesitaba un cambio de aires. Acabo de llegar, como quien dice, llevo un mes y medio por aquí, así que aún estoy pensando si es lugar para quedarme, o no.

—¿Qué cara del humano

busca retratar en lugares como Haití?

—La suya, la que tiene. La persona. Es fascinante ver los rasgos comunes entre las sociedades y las enormes diferencias, a su vez. Haití es un lugar maravilloso, pero un país con un gran complejo de esclavitud. Primero de los franceses, ahora de la pobreza y la dependencia de la ayuda internacional. Haití tiene aún la mala fama de la violencia que hubo en tiempos de Aristide. Pero, ¿sabes?, creo que el haitiano no es violento de por sí, aunque lucha por lo suyo, y cuando tiene que hacerlo es duro, y yo en España, por desgracia, no he visto a nadie con la determinación de luchar por lo suyo como lo vi allí. Y me incluyo en el saco.

—¿Su día a día en Egipto?

—Como en todas partes, unos días buenos, otros malos. Te levantas, controlas lo que pasa, desayunas, si tienes alguna historia entre manos te vas a por ella. Si no, buscas y rebuscas. Quedas con algún amigo, te vas a la calle a hacer fotos, turismo, buscas algo cultural o quedas en un bar y te tomas una cerveza. Y te vuelves a casa antes del toque de queda. Trato de hacer una vida normal siempre que puedo.

—¿Hasta cuándo tiene pensado permanecer ahí?

—Pues el alquiler de este mes está ya pagado. Veremos que va pasando. Qué trabajo se puede ir haciendo. Y si esta es la historia que quiero y puedo contar, si no a otra cosa.

¿Próximos proyectos?

—No sé, le estoy dando vueltas a irme a Haití unas semanas en noviembre, pero aún queda tiempo para pensarlo mejor.

—¿El momento más peligroso durante las revueltas?

—Cuando decidimos irnos. Las fuerzas de seguridad ya estaban muy cerca de la mezquita de Raba Al Adawiya y del hospital, a donde no paraban de llegar heridos. Éramos tres fotógrafos trabajando juntos, por seguridad, y en ese momento decidimos salir de ahí antes de que la situación fuese aún más peligrosa.

—¿Cuál es su visión de la situación?, ¿Sigue Egipto siendo el país más influyente del mundo árabe?

—Pues ojalá lo supiese. La situación esta extrañamente tranquila. Un presidente desaparecido desde hace dos meses, preso en un lugar desconocido. Un ex dictador recién liberado. El país en manos del ejército. La península del Sinaí de la que no se sabe bien que pasa...

—¿Qué opinión se tiene de Siria allí?

—Pues desde el golpe de estado el pueblo sirio ya no es bienvenido aquí. Desde julio los sirios afirman sentirse perseguidos, tienen miedo, problemas para renovar sus residencias...

—¿Qué dificultades se ha encontrado?, ¿y por parte de las autoridades?

—Pues la imposibilidad de conseguir o renovar el carné de prensa, por ejemplo. Así que en algunos momentos hay que trabajar con mucho cuidado, incluso he pasado días sin trabajar por los problemas que estaba habiendo después del desalojo. Nos habíamos convertido en testigos incómodos.

—¿Está la policía falseando el número de muertos?

—No tengo ni idea.

—¿En qué está consistiendo la campaña en el Sinaí?, ¿qué está suponiendo para Gaza?

—Es un lugar al que no se puede acceder, así que lo que te puedo contar es lo que se puede leer en los periódicos, porque no conozco la situación de primera mano. Está habiendo ataques contra la policía y el ejército. La frontera con Gaza se ha cerrado varias veces y se han destruido de túneles por los que llegaban suministros a la franja.

—¿Qué posibilidades ve de diálogo?

—Las mismas que de democracia. Sin ir mas lejos, el partido del presidente depuesto ha sido ilegalizado.

—¿El mensaje que extrae del pueblo egipcio?

Pues aún no lo tengo claro.

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