más que rosa

Rosa Caramelo llegó al hospital un día de otoño. Hace casi 16 años. Venía de otro tiempo, con la historia de Margarita. La elefanta tenía un problema: No se teñía de color de rosa por más peonias y anémonas que comía en el patio vallado. Soñaba con jugar al aire libre y vestirse a su manera. Para su padre y su madre era una desgracia, demasiado rara.

Pero se salió con la suya y fue la envidia de las demás elefantas. Pronto, todas saltaron el cercado quitándose los lazos y zapatitos color de rosa. Disfrutaron de la vida y de sus aventuras. Había que despojarse del rosa para acabar con el estereotipo y los roles asignados por la tra(d)ición patriarcal.

Alexandra Penny y Evelyn Lauder, editoras de la revista de salud femenina Self , eligieron el lazo rosa, color vibrante y con sensación de bienestar, como símbolo de la lucha contra el cáncer de mama en 1992. Las cadenas de cosméticos fueron su plataforma de lanzamiento. Ahora se hacen muñequitas, broches y todo tipo de objetos inspirados en el lazo rosa. Más allá del merchandising solidario, importa la batalla que libran miles, millones de mujeres en todo el mundo, contra el cáncer de mama. Pero, ¿son las mujeres más valientes? ¿Por qué se curan el 90% de los tumores mamarios?

Semillas y frutos

La prevención ha dado sus frutos. Igual que el avance en los tratamientos gracias a la investigación que ahora peligran. La lucha, dicen los oncólogos, está en el estilo de vida. Acabáramos. ¿Quién puede comer comida sana? ¿Quién tiene tiempo libre para hacer ejercicio? ¿Quién tiene acceso a los mejores servicios de salud? ¿Quién y qué investiga?

Quizá necesitamos más tilos en la ciudad, en lugar de tanto árbol exótico que no atiende a nuestro clima, y menos hidras en la política. Saltimbanquis que mienten jurando ante la Biblia o nos distraen con sus fecundaciones sin coito mientras se llenan las alforjas de sobres y acusan a las personas en paro de defraudar sin ton ni son.

El estilo de vida tiene mucho que ver con el estilo político y el estilo de la economía. Y con el estío del pensamiento y la creatividad. Murieron las ideologías y nacieron los estilistas . Unos metieron al tren en el fondo de saco de la estación provisional (para toda la vida) y otros nos quieren llevar a toda prisa a un apeadero (¿provisional?) para subirnos a la alta velocidad. ¿A dónde nos quiere llevar don Emilio? Ah, ya! Lo importante es ganar la carrera electoral.

El estilo de vida también va con cada persona. Con decisiones individuales. Que van sumando o no. Como los votos en las urnas. Dice Vandana Shiva que tener un huerto es un acto revolucionario. La activista ecofeminista hindú, premio Nobel en 1993, recorre el mundo pidiendo libertad para las semillas frente a la dictadura de Monsanto.

Sin color

No sé de qué color es su batalla. ¿Verde y violeta? Da igual, es crucial. Es la lucha por la supervivencia de la madre Tierra. Tampoco conozco el color de la lucha de Leonarda Dibrani, la niña de etnia gitana arrancada de un autobús escolar en Francia para ser deportada a Kosovo con su familia. Sé que durante el holocausto nazi a los gitanos o romanís les ponían un triángulo negro o marrón, al igual que a los homosexuales un triángulo rosa invertido y a los judíos una estrella de cinco puntas.

Ignoro el color de la lucha de Malala, la niña paquistaní que conmovió al mundo, desde un blog, por su defensa del derecho a la educación de las niñas. Desconozco el color de la batalla que libran las mujeres árabes contra la ablación de sus hijas. Las Mujeres del Carbón se tiñeron de blanco, rojo y negro para clamar por Laciana. Importa la lucha. Creer en las fuerzas propias. No doblegarse.

P. D. Rosa Caramelo es un cuento de Adela Turin y Nella Bosnia (Lumen 1976) de la colección A favor de las niñas .