gonzalo gonzález vallejo
las tres vidas de don GONzalo
fue herido tres veces en tres frentes distintos, y a las tres heridas sobrevivió porque tenía que llegar al siglo. ya lo tiene, y lo celebra por todo lo alto
La primera vez fue cerca de Puebla de Lillo, en ese frente montañés que resultaba pavoroso por tan pindio y escarpado, y allí enviaron a la compañía del mozo Gonzalo, pastor de Renedo de Valderaduey, a soportar el fuego republicano que bajaba desde las peñas. Caían heridos los compañeros y como no podían acudir a socorrerlos a causa del tiroteo continuo, estuvieron toda la noche tumbados sobre la hierba escuchando descargas y alaridos. La segunda, en la línea de Madrid, cara a cara con el enemigo, cada España en una cuneta. Acertó Gonzalo a levantar la cabeza y se la ‘peinaron’ de un disparo. Volvió a sobrevivir. Y la tercera, en el infierno del cerco turolense, pero esta vez porque le estalló la munición que preparaba. Así que una en la pierna, otra en la cabeza y la tercera en la mano, y esa le llevó tres dedos, aunque el médico era bañezano y no cosió mal, la prueba es que de vuelta al pueblo —allí donde nace el Valderaduey, colinas de roble y centeno, tapias de adobe— pudo con todas las faenas del campo, cuidó del ganado, repobló los montes con pinos que siguen dando no pocos beneficios al vecindario, y fue además luchador y jugador de pelota, y presidente de la junta vecinal... y este ha sido el primer año en que no sembró el huerto.
Y como sobrevivió por tres veces y en tres frentes, el pasado sábado alcanzó los 100 años y lo celebró con la familia en pleno, y lo homenajeó el alcalde de León, donde actualmente vive, y el ayuntamiento de Villazanzo. Porque don Gonzalo, ahí donde está, con su hilo de voz y su pícara mirada, fue un pionero. En los años setenta, cuando era presidente de la Hermandad de Labradores, se preocupó por informar a las mujeres de los vecinos y a ellos mismos para que éstas, que en aquellas fechas no cotizaban a la Seguridad Social, se plantearan la conveniencia de acogerse a este régimen de forma que el día de mañana tuvieran derecho a la jubilación, y el bueno de Gonzalo luchó para que la administración facilitara los necesarios trámites. Mente abierta y luchadora, también se enorgullece de que su esposa Pilar, maestra, llevara la instrucción a los pueblos del valle —también estuvo en Albaredos, el Bierzo, adonde tardaba en llegar cosa de un día—, como Velilla, Castrillo, Mozos y Sahelices, a veces andando, otros en yegua, aunque eso significase arreglarse él solo en casa con los críos. Como presidente introdujo el agua corriente en el pueblo en 1967, cuando ni siquiera Sahagún disponía de ella, saneó terrenos, promovió un supermercado, fue célebre por su disponibilidad a cualquier hora para arreglar averías...
—Pero bueno, ¿no invitáis a nada a este chico? —se esfuerza, a la vista del entrevistador.
Y no pierde la paisanía .