Diario de León
Publicado por
andrés aberasturi
León

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Hay muchos españoles que ni recuerdan porque no había nacido o porque andaban más preocupados por el chupete que por la política, aquellas primeras elecciones democráticas a las que se presentaban decenas y decenas de partidos que vivían su minuto de gloria en los espacios gratuitos que tenía que ceder RTVE para la propaganda electoral. Aquello se denominó entonces la «sopa de letras» porque tanto a la izquierda de la izquierda como en la derecha de la derecha brotaban partidos y partiditos seguramente bien intencionados pero que nunca llegaron a alcanzar absolutamente nada, ni siquiera a restar votos a los grandes gracias también a un Ley Electoral que se redactó para evitar ese posible desmadre primando a los grandes en detrimento de los pequeños.

Y eso duró —aunque aún sigue habiendo partidos que con todos los respetos podrían calificarse de «pintorescos»— prácticamente hasta ahora que empiezan a surgir, como era de esperar, alternativas a unas siglas que han desencantado a muchos. Tanto UPyD como Ciudadanos son los que ya tienen presencia, representación y futuro según las encuestas, pero junto a ellos y siguiendo esa estela a la que lleva la decepción, asistimos al nacimiento de nuevas formaciones que pretenden aglutinar a los descontentos desde todos los ámbitos: nace VOX por la derecha con mucho ex PP y nace una amalgama en la izquierda proveniente del 15-M a la que pretende unir de alguna forma el tertuliano de moda, Pablo Iglesias. Pero es que, además, en muchas comunidades autónomas surgen también movimientos con vocación de partido producto todo, come he dicho, del fracaso de los grandes siglas. Y es curioso como en la mayoría de estas nuevas formaciones hay dos denominadores comunes: la revisión de una Ley electoral que les perjudica y la decidida oposición a la financiación de los partidos que es, sin duda, el gran escándalo que ahora sale a luz pero que se ha venido sosteniendo con la complicidad de los importantes. Al menos es de agradecer que no haya por aquí —hasta ahora— ni amaneceres dorados, ni Berlusconis y LePenes.

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