GENTE
La unión de poder y artistas
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Los rumores llevaban impregnando el ambiente desde hacía semanas, pero finalmente fue la revista Closer la que acabó destapando la caja de Pandora el pasado 10 de enero. La publicación dedicada a noticias del mundo del corazón salía a los quioscos franceses con una exclusiva que hizo despertar las alarmas en el Elíseo. «El amor secreto del presidente», avanzaba la revista en su portada, ofreciendo en su interior fotos exclusivas de las escapadas nocturnas del presidente francés, François Hollande, para encontrarse con Julie Gayet, actriz con la que supuestamente mantenía un ‘affairE’ a espaldas de su pareja formal, la periodista Valérie Trierweiler.
Así, se levantaba una avalancha mediática que demostraba que no hay fórmula que acapare más flashes que la de «político más estrella». Una combinación que convierte a la pareja en cuestión en el foco de atención tanto de la prensa rosa como la más «seria»; cuando la fama y el protagonismo son compartidos no hay manera de escapar de todas las miradas.
Esto es algo que ya pudo comprobar en su momento el predecesor de Hollande, Nicolas Sarkozy, cuando en 2007 se descubrió la noticia de que, tras divorciarse de su segunda esposa, Cécilia, mantenía un noviazgo con la exmodelo y cantante Carla Bruni. La autora del famoso tema Quelqu’un m’a dit , se casó al año siguiente con el entonces presidente, comenzó a emplear el nombre Bruni-Sarkozy y, ya de paso, a dejar los tacones más altos en casa, debido a la diferencia de altura con su esposo.
La relación entre ambos también puso el punto de mira en otro asunto espinoso: aunque Bruni no llegó a dejar de lado su carrera artística, sí que interrumpió la promoción de uno de sus discos por incompatibilidad con su trabajo como primera dama, así como uno de sus proyectos televisivos, para que no coincidiera con la campaña presidencial; tener una profesión que te sitúe delante de los cámaras en ocasiones parece incompatible con una relación con un alto cargo.
También la actriz mexicana Angélica Rivera, conocida por su trabajo en telenovelas como Destilando amor tuvo que enfrentarse a este dilema, y finalmente decidió abandonar su trayectoria en el mundo de la interpretación tras su boda con Enrique Peña Nieto, actual presidente de México, para así dedicarse por completo a su vida de casada y a sus hijos.
UN FENÓMENO GLOBAL
De hecho, México es uno de los países que proporciona más ejemplos de relaciones entre políticos y artistas. Anahí Puente, la actriz que alcanzó la fama internacional con la serie «Rebelde», mantiene un romance con el gobernador del Estado de Chiapas, Manuel Velasco Coello, y planean la boda para este año; mientras la cantante y actriz Sherlyn González pasó por el altar el pasado septiembre para formalizar su compromiso con Gerardo Islas, líder del partido Nueva Alianza Puebla.
Otro caso conocido es el del presidente mexicano entre 1976 y 1982, José López Portillo, quien se casó con la actriz de origen italiano Sasha Montenegro en 1995, una década después de que comenzaran su relación, que no pudieron normalizar hasta que López se divorció de su anterior cónyuge.
Por otro lado, sin moverse del continente americano también hay otros ejemplos, como el de Carlos Menem, antiguo presidente de Argentina, que estuvo casado con la chilena Cecilia Bolocco —quien obtuvo el título de Miss Universo en 1985—, aunque acabaron separándose en 2007 por problemas en la convivencia.
En Oriente, encontramos el caso de Peng Liyuan, esposa del presidente de China, Xi Jinping. Liyuan, dedicada anteriormente al mundo de la música folclórica, ya gozaba de una gran popularidad en su país antes de su matrimonio, y ahora su buena fama por sus tareas de primera dama no hacen otra cosa que aumentar. Incluso ha conseguido visibilidad en el mundo occidental, después de «colarse» en la lista de «mejor vestidas» que la revista Vanity Fair elabora anualmente, desbancando a nombres como el de Michelle Obama.