Diario de León

CANTO RODADO

Milagros

león era cuna del parlamentarismo y se ha convertido en coña del papanatismo con el patrocinio de la junta y de la desvalijada caja

León

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León iba para Cuna del Parlamentarismo y ya es la coña del papanatismo. El último vestigio de lo que fue Caja León, embrión de la destartalada y saqueada Caja España, financia un libro que concluye que el Santo Grial es el cáliz de doña Urraca de toda la vida. Amén.

Sin querer me vino a la memoria aquel milagro que relató en el Diario, en los años 60, César Trapiello, el tío cura de la emblemática, y tan dada a la literatura, saga leonesa. Contó que la Virgen ‘condujo’ hasta León el autobús en el que viajaban desde Lourdes o Fátima. Al parecer, el chófer iba con las manos al volante pero completamente dormido.

Frente a la realidad sangrante, en la que un 25% de los niños y las niñas de este país, lo dice Cáritas, viven en la pobreza, hay quien se empeña en elevarnos a una nube legendaria. Valencia, con resaca fallera, se quedó helada, tal como se despide marzo. Con lluvia fría. Nieve. Alzó la su copa Valencia, sin éxito. Por el mundo alante suena y resuena la voz de León. Canta el gallo de San Isidoro.

La cruz

En San Isidoro está la leyenda, en Botines el meollo. Nuestra cruz y nuestro cáliz. La fundación es un refugio de jubilados de lujo, intelectuales, banqueros y gente de la misma ralea. Ahí asientan sus posaderas y reparten el bacalao, comandados por Evaristo del Canto, ex director general de Caja España, el ex comisario Ángel Valencia, el ex diputado Cipriano Elías Martínez, el ex presidente de la Diputación y procurador del PP, Javier García Prieto, el rector, José Ángel Hermida, el arquitecto Mariano Sáenz de Miera y también la historiadora Margarita Torres, coautora de la investigación que, a la sazón, pagó la Consejería de Cultura. El otro coautor trabaja en la Fundación Siglo. Nos gobiernan los bancos y las fundaciones.

Sólo un vocero (o bocazas) del empresariado ha sido capaz de llamar tanto la atención al proponer que los trabajadores y trabajadoras paguen a las empresas para cuestionar el derecho a una indemnización por despido. José Ángel Crego es pionero en ese Perú que se presenta como el nuevo Dorado y quiere que el olvido empañe, como el alzhéimer, las conquistas de la lucha obrera.

El ladrido

El caso es que hablen, mal o bien, verdad o mentira, que hablen. Ladran, luego cabalgamos. Se lo dijo don Quijote a Sancho. Pero quienes andan tras la pista leonesa de Cervantes quedaron totalmente orillados. Todo el mundo hace mofa de la cuna leonesa. Son demasiadas cunas a arrollar y las nanas adormecen.

El abad de San Isidoro hace cuentas. Vendrán más visitas. A cinco euros. Pero a quien no le salen las cuentas es al Gobierno. Sobre todo cuando se trata de contar manifestantes. Se empeña en empañar la Marcha de la Dignidad. La desinformación es el signo de la era de la información.

El paso adelante

Cientos de miles de personas, dudo que llegaran dos millones, saben que no fueron armados ni utilizaron la violencia. La gran mayoría caminaron y cantaron con dignidad. Quizá también con nostalgia, recordando a Labordeta y a esa tierra que llaman libertad. Dieron un paso adelante para que la deuda privada de la banca, ahora transformada en deuda pública y que nos obligan a pagar con intereses voraces, no acabe con los servicios públicos. Sanidad, Educación, Trabajo, Paz... rezaba un paraguas blanco y brillante que viajó desde León.

No es casualidad que se lea y se hable en este tiempo oscuro de Henry David Thoreau, el padre de la desobediencia civil. Se negó a pagar sus impuestos en protesta contra un Estado con régimen de esclavitud y que emprendía guerras injustificadas. Fue encarcelado. Pero su ejemplo inspiró a Martin Luther King, el movimiento de objeción fiscal y la objeción de conciencia. Utopías que han cambiado el mundo. No milagros.

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