Diario de León

De León al Cielo

Cuando volar no es cosa de locos

La Fundación Cielos de León nace con la idea de Fomentar la aviación amateur en la provincia y para eso se ha embarcado en la aventura de construir aviones desde los que cualquiera puede ver el mundo desde otra perspectiva

Andrés Aboal, Vicente Cordier, Victorino Alonso y Miguel Ángel Camesella son cuatro de lo miembros de la Fundación Cielos de León que fundaron el pasado mes de agosto para promocionar la aviación en la provincia.

Andrés Aboal, Vicente Cordier, Victorino Alonso y Miguel Ángel Camesella son cuatro de lo miembros de la Fundación Cielos de León que fundaron el pasado mes de agosto para promocionar la aviación en la provincia.

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Volar fue el sueño de Ícaro o de Leonardo Da Vinci. Ellos nunca ocultaron sus ansias de conocer el mundo desde arriba, de explorar cada uno de sus detalles desde una perspectiva que no es la que suele tener el ser humano, condenado a caminar con los pies en la tierra.

Como ellos, han sido muchos los hombres que se han marcado como reto explorar el cielo e, incluso, conocer el espacio. De hecho, este tipo de viajes se promociona desde hace años como una experiencia inolvidable sólo al alcance de unos pocos bolsillos afortunados.

Desde siempre, el hombre ha sentido una gran curiosidad por volar, una forma de viajar que ha revolucionado el transporte, pero también entendido como una manera de dominar el cielo. Así lo entienden ellos, la quincena de personas que integran la Fundación Cielos de León, que nació hace unos meses con un objetivo claro: Unir a la gente alrededor de la pasión por el vuelo. «Queremos crear un marco en el que quepan todos, además de todo lo relacionado con la aviación; desde el avión de papel o el coleccionista de sellos hasta el piloto profesional», apuntan.

La idea surgió de la mente de Vicente Cordier, un francés apasionado de la aviación que ha querido trasladar desde su país natal a la ciudad en la que vive una costumbre muy extendida en Francia: entender la aviación como algo al alcance de todos. Él hace hincapié en que nada de esto habría sido posible «sin el apoyo del instructor de vuelo Jesús González Martínez y de Miguel De Gabriel Pérez, otro gran aficionado al vuelo».

La pista de vuelo para ultraligeros de Villamarco es lugar de encuentro para apasionados de los aviones en la provincia y justamente allí conoció a quienes ahora también forman parte de la fundación. Cada uno aporta lo que sabe y entre todos dan forma a este sueño que pusieron en marcha el pasado mes de agosto y que supone un punto de unión para ellos. Entre todos y sin ayuda institucional financian Cielos de León y construyen los ultraligeros que ofrecerán a todo aquel que quiera experimentar una sensación que ellos mismos describen como única.

Ahora mismo están dando forma a un modelo Gazaille II y a un simulador en el que se podrán vivir esas sensaciones sin necesidad de surcar los cielos y que quieren colocar en algún lugar del centro de la ciudad para que esté al alcance de todo aquel al que le pique la curiosidad.

Para poder terminar uno de estos aviones Gazaille necesitan cerca de dos años y muchas horas de trabajo y entrega a lo que es la pasión de esta quincena de personas en su tiempo libre. Siguen las instrucciones de un ingeniero francés al que compran los planos en los que se indican los pasos a seguir y de quien, además, obtienen asesoramiento si lo necesitan.

La materia prima

Compran el material necesario allá donde lo van encontrando, porque aseguran que no es tarea fácil y que en León apenas encuentran los que les hace falta. «Como aquí no hay mucha práctica, es dificil encontrar algo». De pino oregón se compone buena parte de la estructura de estos ultraligeros. Pero también contrachapados de okúmen, aluminio que encuentran en Bélgica o Francia o fibra de vidrio y carbono, además de mucho empeño a la hora de ponerse manos a la obra. «Hay que ser muy exigente con lo que se compra porque realizamos unas pruebas de resistencia sobre la madera para asegurarnos de que es verdaderamente lo que necesitamos», explica Cordier.

La Fundación Cielos de León ha conseguido autorización para construir varios aviones Gazaille y en ello están. Van por el tercero. «Es un proceso complicado, pues partes de cero para poder construirlos, no de un kit de piezas». En cualquier caso, en sus planes no caben las prisas. «Lo que pretendemos es que la gente sepa que se puede hacer, que es posible construir un avión de forma amateur. Mucha gente cree que esto es una cosa de marcianos, está muy poco a pie de calle y la gente no se lo cree».

Uno de los motivos de que esto ocurra es el económico, algo que desmienten desde esta fundación. «Es cierto que los costes han ido aumentando y volar puede salir caro, pero si eres propietario de un ultraligero, el coste de la hora ronda los 30 euros. Para esto primero habría que adquirir el aparato, pero a través de nuestro proyecto queremos proporcionar un avión de gama alta en su segmento y ofreceremos un coste aún menor», explica Cordier.

Para hacer extensible su pasión a todo el que quiera conocerla más de cerca, Cielos de León quiere alcanzar acuerdos con las entidades involucradas en el sector para popularizar esta afición en la provincia.

Según los miembros de la fundación, el ingeniero francés que les marca las pautas a seguir para la fabricación de estos surcadores del aire ha querido diseñar unos modelos «que cualquiera se puede permitir. De hecho, estos cuestan en torno a los 10.000 euros».

Pero ni el tema económico ni la dificultad para encontrar los materiales que necesitan constituyen el principal problema para ellos. «La mayor traba es la psicológica, y eso que en León hubo mucha tradición gracias a la base aérea, pero nadie se preocupó de mantenerla. Ahora la gente no se atreve».

Siguiendo los planos, con mucha maña y echando mano de los conocimientos que les aportan los años de práctica, van sacando su sueño adelante. Cuentan también con la ayuda de una mesa de corte numérica que han fabricado ellos mismos y que les facilita el trabajo más arduo, que es el corte y fabricación de piezas de precisión. «Nos permite ahorrar tiempo y es muy precisa», aseguran.

No utilizan ni un solo tornillo. Para unir y fijar se sirven de una resina exposi, un material que permite una gran versatilidad a la hora de trabajar. «El uso de la madera ha caído últimamente porque requiere mucho trabajo manual, pero es magnífica a la hora de trabajar a nivel amateur porque es económica y con unas características excepcionales», apuntan.

Los futuros aviones ahora en construcción, en los que podrán volar dos personas, se va a matricular como ultraligeros, lo que permitirá que más gente tenga acceso a ellos porque los permisos que requiere son más sencillos y económicos.

El gasoil será su combustible, lo que también les hará diferentes de la mayoría. Los niños también podrán conocer este mundo más de cerca gracias a la actividad extraescolar que la Fundación Cielos de León —cuyo contacto es info@cielosdeleon.com— tiene previsto organizar para el año que viene a través de talleres de divulgación de aeronáutica y aeromodelismo.

Ellos lo tienen claro: «Nuestro objetivo no es construir un avión, sino demostrar a los leoneses que volar no es cosa de locos». Los cielos de León, al alcance de todos.

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