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Publicado por
Diego Carcedo
León

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Podemos obnubila a muchos ciudadanos y sobre todo a algunos periodistas, pero detrás del boom que ha despertado en las elecciones europeas, su realidad y su futuro giran en torno a una pregunta muy simple, pero difícil de contestar. Podemos, ¿qué? Está claro cuál es el origen del fenómeno, una reacción mínima de rechazo al sistema ante la larga crisis que atravesamos, y una manifestación enardecida, bastante lógica aunque poco reflexiva, contra la ineficacia política que tanto desde el poder como de la oposición se estaba revelando frente al crecimiento del paro, el aumento de la pobreza, etcétera.

Aunque la inmensa mayor parte de los males sociales que estimulan la exaltación de Podemos continúan haciéndose sentir en millones de hogares -por no decir casi todos-, la realidad es que Podemos, por mucho que sus perspectivas electorales sigan creciendo, de momento no ofrece otra cosa a la sociedad española que una válvula de escape para su cabreo

Su eslogan podría ser ‘Podemos, soluciones cero’. Sus líderes, empezando por Pablo Iglesias, disfrutan de popularidad y capacidad verbal para mantener la atención y la simpatía de la gente, que no es poco. Pero, ¿hasta cuándo? Podemos, de momento, solo es un germen sin estructura organizativa, ni siquiera programa, necesita algo más que teoría demagógica para despertar, además de interés y curiosidad, confianza. Los votantes solemos reflejar reacciones emotivas momentáneas pero a la hora de votar una buena parte solemos reflexionamos sobre el futuro que nos ofrece cada opción. Y llegado ese momento, ahora mismo lo que Podemos muestra es la nada, el vacío absoluto.

Como carece de experiencia de Gobierno, antes de someterse al dictamen de unas urnas de las que saldrán los encargados de arbitrar las soluciones a los problemas, que no es lo mismo que presentarlos, criticarlos y prometer resolverlos sin el detalle de añadir cómo, Podemos además de la dialéctica que tanto éxito le está proporcionando tendrá que explicar, si es que lo tiene, el remedio; por ejemplo, cómo desde posiciones radicales, fracasadas en otros logares, y con el resto de Europa en contra va a resolver el problema del desempleo.

Porque nadie va a creer que vaya a poder hacerlo, colocándonos a todos como funcionarios. O cómo va a arbitrar una fiscalidad que permita llevar a cabo una política social óptima sin que la presión ahuyente a la gran empresa; o cómo resolver el problema del soberanismo catalán, con cuya secesión parece condescendiente, y de paso estimular la solidaridad entre las regiones españolas; lo mismo que la fórmula mágica para que España siga siendo un país occidental y miembro de la Unión Europea pero con un sistema político desastroso de corte trasatlántico. Estarán en ello, imagino.