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Publicado por
Andrés Aberasturi
León

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Veo aquí al líder de mi partid... pero ahora los españoles nos preguntamos quiénes somos y qué queremos hacer y no encuentro respuesta que me permita identificar qué se quiere hacer con España en los próximos diez o veinte años». Son palabras de Felipe González en la XXV asamblea plenaria de Ceal, ante un público numeroso entre el que se encontraba el actual secretario general del PSOE, Pedro Sánchez que escuchó esta reflexión poniendo cara de póker y pensando, seguramente, en la famosa frase de don Juan Carlos: «por qué no te callas». Pero aunque se hubiera callado el líder socialista de la transición, no hubiera cambiado la realidad; a muchos españoles nos pasa lo que a González, que no vemos en ninguna parte, tras ningún programa, en ningún partido un proyecto de país con el que identificarnos aunque sea un poco; de ilusionarnos, ni hablo.

Personalmente le he escuchado poner dos ejemplos que cambiarían con el estado federal, ambos a Carlos Herrera: el impuesto de las herencias y el calendario de vacunaciones. Como yo lo oí y usted lo lee. Lo de los impuesto era un rejón directamente a Madrid y al PP y lo de las vacunaciones, ni idea. Sería una perversa maldad por mi parte preguntar si para armonizar las vacunas hace falta un estado federal, de forma que no lo voy a hacer. Pero empieza a preocupar —por lo que recuerda a las ocurrencias de Zapatero— que a bote pronto lo primero que le venga a la cabeza al secretario general del PSOE para explicar la necesidad de un estado federal sea una propuesta partidista y el calendario de las vacunaciones. Pero es que lo más llamativo de esas afirmaciones es que encierran una vuelta a un cierto centralismo que en algunas cosas —educación y sanidad— nunca se debió perder.

Y eso por lo que respecta a la España Federal. Porque Sánchez, no sé si antes o después de oír a González, dejó otras dos iniciativas que pondría en práctica si llega al Gobierno: la dedicación exclusiva de los diputados a su trabajo como representantes del pueblo y que no podrían cobrar ni por ir de tertulianos a la televisión —que está muy bien, aunque resultaría discutibles por otros motivos— y organizar funerales de estado con la presencia del Gobierno en las víctima del terrorismo de género.

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