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Trovadores y juglares leoneses I

La juglaría leonesa

Las primeras referencias sobre la existencia de juglares en el Reino de León son del siglo XII, y en esa misma época se constata también la presencia de trovadores provenzales en las cortes de los monarcas leoneses

Publicado por
nicolás bartolomé pérez
León

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Durante los siglos XII y XIII se produjo en el sur de lo que hoy es Francia, en concreto en Provenza, una deslumbrante novedad cultural como fue la aparición y posterior difusión por Europa de la poesía trovadoresca. Las características esenciales de este fenómeno literario ya fueron apuntadas por Martín de Riquer en su libro Los trovadores : se expresa en lengua vulgar, en concreto en provenzal u occitano, es lírica y es obra de individuos con identidad conocida. La suma de estos tres factores diferencia la producción trovadoresca de los poetas cultos en latín, de la épica, que nace un siglo antes, y de la lírica popular, de autor anónimo. La poesía provenzal llegó muy pronto a los reinos de la Península Ibérica, y el de León no fue una excepción.

Trovadores como Marcabrú y Cercamon visitaron León en tiempos de Alfonso VII; Arnaut Daniel y Peire Vidal dedicaron algunas de sus composiciones a Fernando II; y por la corte de Alfonso IX pasaron numerosos poetas occitanos como Elías Cairel, Raimon Vidal de Besalú o Rambaut de Vaqueiras. Todos ellos fueron muy bien acogidos por los monarcas leoneses, respondiendo los trovadores con versos que alababan su generosidad, como Gilhem Magret quien en 1196 decía lo siguiente en referencia a Alfonso IX: «Et a Leon trobiei fon / on sorzon var vestimen / et aurs mesclatz ab argen» (Y en León encontré la fuente / de donde manan variados vestidos / y oro mezclado con plata).

De poco antes de la llegada de los primeros trovadores provenzales al Reino de León son los primeros testimonios leoneses de la existencia de una juglaría autóctona, aunque su origen debe de ser bastante anterior. El profesor de la Universidad de Oviedo Xulio Viejo en su obra Llingua y cultura lliteraria na Edá Media asturiano-lleonesa (Oviedo, 2004), sin duda el más completo estudio sobre la literatura medieval leonesa tanto en romance como en latín, recoge numerosos testimonios de la existencia de la juglaría leonesa, siendo el más temprano de ellos el procedente de Sahagún en el cual se cita en un documento de 1111 a un «Adefonsus iuglarem». Precisamente de esa villa es otra noticia contenida en la Crónica Anónima de Sahagún en la que se relata como la reina Urraca de León mandó expulsar en 1116 al numeroso grupo de juglares que desarrollaban su actividad en aquella localidad al servicio de los burgueses allí asentados. Gran fama debieron tener en su época los juglares Palla, de origen gallego y que estuvo en la corte de Alfonso VII, y Iohan de Ceresinos, quien aparece en Mansilla en 1276.

El oficio de juglar

A diferencia de los juglares, que en sus diversas categorías eran más bien artistas e intérpretes de textos ajenos, los trovadores son auténticos compositores de poemas destinados a ser cantados. En el ámbito hispano, especialmente en los reinos de León y de Castilla, los trovadores autóctonos, una vez surge la lírica local que se expresa en gallego-portugués, pertenecen siempre a la nobleza. No obstante, con el paso del tiempo también aparecerán juglares compositores como es el caso de «Johan Jograr, morador en Leon», así identificado en el Cancioneiro da Biblioteca Nacional (Colocci-Brancuti), de Lisboa, donde se recogen dos composiciones suyas de 1325 escritas en gallego-portugués.

Apenas conocemos nada del repertorio literario de los juglares leoneses, aunque es razonable pensar que además de dominar algunos instrumentos musicales o de recitar canciones populares, también se dedicarían a cantar poemas épicos. Sobre la poesía épica leonesa es cierto que no se ha conservado ninguna obra; sin embargo, según Ramón Menéndez Pidal, sí hay indicios de dicha épica que se puede reconstruir gracias a los resúmenes prosificados en latín contenidos en crónicas leonesas que procederían de antiguos cantares de gesta leoneses, y cuya temática trata de acontecimientos como la batalla de Covadonga o de héroes míticos como Bernaldo del Carpio, única muestra de la épica leonesa que se incorporaría tardíamente al romancero.

El propio Menéndez Pidal publicó el único ejemplo conservado de una composición juglaresca leonesa, el Debate de Elena y María , del último tercio del siglo XIII y de la que trataremos en la próxima entrega de La Llariega.

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