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CANTO RODADO

contra el viento

navegamos contra el viento como esa pobre mujer de 85 años a la que desahucian sin piedad por avalar a su hijo. ¡Qué ignominia!

León

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Son pocas las mujeres que se libran del machismo intelectual, de la agresividad». Lo dijo Ángeles Caso en una entrevista publicada en este diario centenario hace unos días. Ella, que vino a hablar de novela histórica, no tiene pelos en la lengua y se mojó desde la primera palabra hasta la última. Con las mujeres y con la situación que atraviesa España. Incluso con el pasado «oscuro y triste» de un país, dijo, dominado por un «catolicismo fanático».

La situación de la mujer tiene mucho que ver con eso a lo que apuntaba la autora de Contra el viento , novela con la que se alzó hace cinco años con el premio Planeta. El control de la educación, de la maternidad y de la autonomía de las mujeres forma parte de esa historia negra. A finales del siglo XIX, la entrada de los misioneros protestantes con sus biblias ilegales en España trae un aire fresco para las mujeres.

Contra el viento de la opresión se rebelaron algunas, más de las que creemos, como Concepción Arenal, que llegó a disfrazarse de hombre para poder entrar en la Facultad de Derecho. Contra el viento hubo también hombres. Siempre los ha habido. Y los hay. Por suerte y por convicción. Un leonés de Sahagún, Fernando de Castro, que había sido cura, tuvo mucho que ver con la puesta en marcha de las Conferencias Dominicales para la educación de la mujer en 1869, el mismo año que inauguraría la Escuela Normal de Maestras en Madrid.

Historia, no victimismo

N o es victimismo. Es historia. No es una novela. Es la realidad. Un siglo y medio después, el acceso de las mujeres a la educación es incuestionable en España, aunque aún es una asignatura pendiente en una gran parte del mundo. Pero la violencia contra la mujer sigue instaurada aquí y allá. Aquí, el machismo mata y vaya que lo hace. Se cuentan ya 47 víctimas mortales de violencia de género en lo que va de año.

Las muertes e incluso las denuncias son la punta del iceberg de un problema que tiene sus raíces, no hay que dejar de repetirlo, en la desigualdad. El iceberg es una amalgama de pisos que van desde la desigualdad de salarios, a la menor participación de la mujer en la vida pública pasando por la adjudicación casi en régimen de monopolio de los cuidados familiares a las mujeres.

Cambio de roles

A sistimos a un cambio de roles y son cada vez más los hombres que asumen cuidados, cada vez hay más mujeres que investigan, más participación en la vida política... Sí. se ha avanzado muchísimo en el último siglo y medio. Pero lo más difícil de combatir es la violencia cotidiana, esa que se hunde en las raíces del pensamiento, de ideas falsas como los chicos son más brutos y las chicas más sensibles, por ejemplo.

Hay violencias silenciosas. Que siguen cumpliendo ese papel eficaz y profundo de la gota de agua que labra la piedra con su incansable y lento fluir. Los niños y las niñas juegan juntos al fútbol, sí, pero sólo hasta cierta edad. Al llegar a la adoscescencia se produce la separación. La apropiación del cuerpo y del físico de las mujeres es uno de los baluartes de esta profunda desigualdad.

Voz comprometida

M e hubiera gustado escuchar la voz de Ángeles Caso. Aunque alguna vez la he encontrado en las ondas, guardo el recuerdo de cuando empezó en la televisión a mediados de los 80. Suave, sugerente, pero firme y segura. Un referente, sin duda, del periodismo de entonces y de la literatura de ahora. Sobre todo un referente de la independencia y el compromiso.

Navegamos contra el viento. Como esa pobre mujer de 85 años a la que desahucian sin piedad por avalar a un hijo. Qué ignominia. Navegamos contra el viento. El viento, mojado, nos refresca el rostro para luchar por una nueva política. Con ética y estética.

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