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León

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La Bonifacia marcó el devenir de los Bomberos de León hasta la llegada de los dos Magirus que, al contrario que este antiguo vehículo municipal, se conservan en las instalaciones de Sáenz de Miera. En honor a ella hubo hasta coplillas, como aquella que dejaba en entredicho su actuación en un incendio en Valencia de Don Juan. «Un incendio pretendió apagar / tan solo el ridi fue a hacer / porque la dio por no funcionar».

La Bonifacia y La Cirila, que fue el primer camión de Bomberos de León, sustituyeron a principios del siglo XX a dos bombas de mano francesas que se utilizaban cuando era menester para apagar los incendios en la ciudad.

Cada vez que había un fuego, se tocaban las campanas de las iglesias y los voluntarios que acudían iban cobrando por riguroso orden: diez pesetas el primero; cinco el segundo, tres el tercero...

Las bombas eran de cobre y el agua había que echarla en calderos para subir a las casas.

El fin de La Bonifacia llegó con un incendio cerca de Botines. Volvió a no funcionar y allí se acabó su noble y olvidada historia, según recuerda Crémer. Allí empezó también su leyenda.

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