Diario de León

otilia linacero y mercedes pablos

las alegres comediantas

aunque en su pueblo no hubo actos con motivo del día mundial del teatro, celebrado la semana pasada, el espíritu que anima al entusiasta grupo la güerga es el más puramente escénico: hacer pasar el mejor de los ratos

ramiro

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Publicado por
emilio gancedo
León

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Atraco a una confitería’, ‘Anacleto se divorcia’, ‘Un palillo pa’l diente’, ‘Yo dos y tú uno’, ‘El doctor Vinagreta’, ‘¿Por qué mean de dos en dos?’, ‘El bulto negro’, ‘Linón y Locía’ o ‘El afán de Brígida por casar a doña Inés’ son algunos de los montajes que han hecho descacharrarse de risa a una concurrencia siempre nutrida y atenta, la que en Villavante acude a contemplar las comedias echadas por el grupo teatral La Güerga, formación rural y entusiasta que cuenta con el inmenso mérito de cultivar el talento y hacer brotar la sonrisa en medio de ese arduo agro paramés regado por la presa Cerrajera.

En él descuellan dos actrices, y si el arte de Otilia Linacero es comparado en el pueblo con el de María Galiana, la más televisiva de las abuelas, Mercedes Pablos sería la Lina Morgan villavantina por su desparpajo y capacidad de improvisación. Pero antes de 2005 desconocían ambas la existencia de tales cualidades dramáticas, ya que fueron despertadas de su letargo por las clases de la Escuela de Adultos de la Diputación, implantadas ese año en el municipio y donde además de cuentas y dictados que desengrasaban meninges habían de culminar el curso con sesión teatral, primero sólo leída y luego, vistos los firmes mimbres del alumnado, representada en escenario con apoteósica acogida.

Los recortes acabaron con aquella provechosa actividad pero una decena de vecinos decidió liarse la manta a la cabeza y volver a anudar un hilo que hacía tiempo se había deshecho: el de esas comedias que con toda la afición del mundo ponían en escena las gentes de este pueblo —y las de tantos otros—: solían ensayar en invierno y representaban en cuaresma, cuando estaban prohibidas otras diversiones como los bailes. Algo después de mediado el pasado siglo, la costumbre expiró por completo. «Fue la televisión, la televisión acabó con las comedias, ¡y también con las tertulias en las casas, con el diálogo en las familias!», acuerdan estas buenas amigas que en todo momento se dan réplica y apuntan la una a la otra como si anduvieran siempre en plena función. «Antes todo el mundo hablaba, ahora es ‘¡chist!, que no oigo los dibujos’... u otra cosa peor».

Y así, alcanzaron a ver algunas de aquellas farsas y también acudieron al cinematógrafo, pero no a León, ciudad de aquella prohibitiva: Otilia vio su primera película en el Cine Órbigo de Hospital (Trébole , con Rocío Dúrcal), y Mercedes, La muerte tenía un precio , en el Apolo de Veguellina. La gran parte de sus vidas latió a los ritmos que marcaba el campo, las tres o cuatro vacas, «atropar gavillinas», segar a hoz y aquella frase que tanto escucharon de chavalas, «corre a entresacar la remolacha». Y también lo de hacerse las enfermas para que sus madres les prepararan té («claro, les echaban azúcar y nos sabía bueno»). Tanto rememoran y tanta soltura tienen con los diálogos que hasta representaron una obra de su invención basada en recuerdos como aquellos humildes y auténticos regalos navideños. «Mi madre me ponía un trozo de chorizo y unas castañas en una galocha, salía y picaba a la puerta como si fueran los Reyes... pero tenía que tener mucho cuidado no entrara el gato y se comiera el chorizo», repasa Otilia. La representación tuvo lugar en el cercano Celadilla «y la gente lloraba, porque todos habían vivido esas cosas».

A Otilia y a Mercedes les sale de vez en cuando la vena de dramaturgas y además de reescribir, cambian o recomponen cuanto hace falta. «A veces inventamos personajes para que aparezca algún amigo o vecino. ¡Anda que no habremos metido criadas, sacristanes y niños!». «Y también bailamos, aunque estamos casi cojas».

Ahora andan inmersas, junto a Juan Miguel Celadilla y al resto de componentes, en la nueva función del año («a nosotras nos relaja ensayar y actuar, fíjate»), que ofrecerán en agosto para alborozo de la comarca. «Todos nos suelen felicitar y se van diciendo: ‘Ay, estas rapazas... ¡qué buen rato nos han hecho pasar!’». «Pues eso, eso es lo único que queremos, que pasen un rato divertido, lo demás nos da igual».

«Porque una cosa te voy a decir —avisa Mercedes, ahora seria—: Uno no sabe de lo que es capaz hasta que no se pone a ello».

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