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Publicado por
andrés aberasturi
León

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Es casi divertido ver las reacciones de los partidos ante la erupción volcánica de Podemos y el «tacita a tacita» de Ciudadanos. Como ya uno se fía de pocas cosas, me limito a leer y contar. Y leo y cuento que el PSOE ha contratado a tres sociólogos para desentrañar las claves del más que evidente éxito de estas dos formaciones. Si es verdad —y que los sociólogos me perdonen—, son ganas de gastar dinero porque las conclusiones a las que pueden llegar estos profesionales las han escrito/descrito cantidad de periodistas, politólogos y hasta me lo ha explicado con toda clase de detalles el fontanero que vino el otro día a casa. El éxito de Podemos y el de Ciudadanos empieza y se basa en tres letras nada más que forman un prefijo: «des». Mientras todo iba más o menos sobre ruedas, el país se escandalizaba un par de días ante las corruptelas que salían a la luz y hasta en el tema gravísimo de los GAL, una buena parte de la opinión pública no es que lo viera bien, pero tampoco se llevaba las manos a la cabeza. Pero llegó primero Zapatero y con él al frente llegó también la crisis. Fue un desastre: antes de la crisis abrió, sin saber por qué, un melón que ya se ve las consecuencias que ha traído: la reforma del Estatut de Cataluña.

Llegó entonces el PP que en un mes tuvo que desdecirse de todas sus promesas electorales y acomodar su discurso a una realidad muy dura mientras se sucedían los escándalos de la corrupción, de su posible financiación ilegal, de sus negocios sucios, de sus «cajas B» y del empeño de Rajoy en provocar batallas en Génova.

Es que no hay provincia donde no haya al menos un imputado, acusado o sentenciado por corrupción. Amigos del PSOE: ahorraros a los sociólogos. Lo de Podemos y Ciudadanos nace del famoso prefijo al que antes aludía: del des-encanto, el des-empleo, del des-agrado, la des-esperanza, la des-ilusión, el des-engaño* de una sociedad que a la que se le ha mentido una y otra vez porque a los partidos que se alternaban en el poder ya no les interesaba tanto transformar la sociedad sino mantener sus posiciones, porque sus dirigentes dejaron de venir de la calle. Y así no se va a ninguna parte.

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