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León

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La pena de no poder entrar en su país marcó la vida de Alipio Rodríguez Omaña hasta 1964 cuando, cuenta su sobrina Ascensión Rodríguez, pudo traspasar por primera vez la frontera y ver a su familia. Hasta entonces, este superviviente de Mauthausen acercaba a su hijo a la frontera de Hendaya donde el abuelo lo recogía para que pasara el verano en León. «Quería que el chico conociera a la familia», explica Choni. Floreal Rodríguez sabe español aunque lo practica poco. Cuando se enteró de que en España había interés por los españoles deportados en los campos nazis envío el Diario y todos los recuerdos a su prima. Ella los donó a la Biblioteca de León.

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