lO QUE FUE LA rUTA qUETZAL

Es muy difícil de entender mirándonos de afuera. Ni mis padres, ni mis hermanos, ni mis amigos lograban captar la verdadera dimensión de lo que Aventura había causado en mí. Hoy todos los aventureros coincidimos en lo mismo. Inclusive, los cónyuges tienen que aprender y aceptar que hay una parte de nuestro ser que es como un templo sagrado, que deberán aceptarlo tal cual es, sin tratar de entenderlo, porque no lo lograrán». Así habla el uruguayo Martín Álvarez, expedicionario en 1991 de la ruta Quetzal y hoy teniente coronel del Ejército de su país.

«Irrepetible», «me cambió la vida», «hay un antes y un después», «enriquecedor» son algunas de las frases que muchos expedicionarios («ruteros», «aventureros», «amazónicos», como cada uno de ellos se denomina) reiteran al hablar de esta experiencia.

De entre 20 días, que duró la primera edición, y 45, las últimas, en las que unos 300 jóvenes, cifra variable entre los 65 de 1979, los 500 de la época de Aventura ‘92 y los 200 actuales, recorren lugares de América y de España (también en 2013 se incluyeron otros destinos europeos), siguiendo los pasos de personajes destacados de la historia y la cultura de ambas orillas.

En una entrevista con Efe, el creador y actual director de la Ruta BBVA, el periodista, aventurero y deportista Miguel de la Quadra-Salcedo (Madrid, 1932) confesó que, en una conversación privada, el entonces rey de España, Juan Carlos I, «impulsó los vientos alisios para unir esa sociedad iberoamericana de naciones» al pedirle que hiciera «algo con la juventud» de ambos mundos. Así, en 1979, ideó este programa a semejanza de un viaje organizado en 1933, amparado por la Institución Libre de Enseñanza (ILE) y dirigido por el filósofo Manuel García Morente, con el respaldo de, entre otros, del filósofo José Ortega y Gasset.

Los inicios

Si bien en 1979 la primigenia «Aventura en el Amazonas» comenzó con un viaje en avión desde Madrid y después los expedicionarios recorrieron por tierra Bolivia, Perú y Brasil, incluido un descenso fluvial por el río más largo del mundo, a partir de 1985 —cuando el programa se enfocó en la conmemoración del Quinto Centenario de la llegada de Cristóbal Colón a América— fue replicada aquella suerte de «aula flotante», en la que los estudiantes recibían lecciones fuera de su entorno habitual.

«A la vuelta del viaje tuve la enfermedad de todo buen rutero: «Aventuritis», que se caracteriza por largos períodos de tiempo mirando las fotos nostálgicamente, colgarse mirando al horizonte, no querer hablar con nadie, tener la sensación de que en cualquier lado vas a encontrar a tus compañeros de viaje, pensar que nadie te entiende y encerrarte en tus recuerdos... Y para quienes viajamos en barco era todavía peor... Los primeros días después de volver cerraba los ojos y sentía que mi habitación se mecía, ¡como si estuviera en el mar!», detalla a Efe la diplomática Liz Haydee Coronel, directora de América en la Cancillería de Paraguay y expedicionaria en 1991, viaje que emuló el realizado por Vicente Yañez Pinzón en 1500, rumbo al Amazonas.

Escritores de la talla de los nobel Mario Vargas Llosa o Camilo José Cela forman parte del amplio elenco docente que, a lo largo de estas 29 ediciones, han participado en los programas académicos.

Personalidades como el ex futbolista Emilio Butragueño, el astronauta Pedro Duque o los cantantes Julio Iglesias y Silvio Rodríguez han cruzado sus caminos en algún momento con los expedicionarios, de la misma manera que estos han sido recibidos por políticos de la altura del ex presidente cubano Fidel Castro (1985 y 1988), el ex mandatario peruano Alberto Fujimori (1995) o los actuales jefes de Estado de Chile, Michelle Bachelet (2006), y Colombia, Juan Manuel Santos (2012).

El cruce intercultural es uno de los aspectos más destacados de este proyecto.