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Publicado por
Andrés Aberasturi
León

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Nunca he entendido lo de la «jornada de reflexión» pero queda bien, resulta tan poética como absurda y mucho más desde la implantación social de los nuevos canales de comunicación. Y por si fuera poco, el respeto por el silencio de este sábado quedó hecho añicos tras los inolvidablemente dolorosos atentados de Atocha. Visto con la distancia del tiempo, sigo pensando lo mismo que entonces escribí: aquellas elecciones tenían que haberse retrasado el tiempo necesario.

Pero eso es el pasado y como las cosas no cambian, respetemos incluso en las columnas de los periódicos ese silencio bienintencionado pero inútil que debería ser la famosa «jornada de reflexión». Y esto nos da pie para ver lo que está pasando un poco más allá de nuestras fronteras donde —increíblemente para mí— el llamado Estado Islámico y grupos afines de asesinos, han declarado la guerra al resto del mundo sin que casi nadie, hasta ahora, haya movido más que unos pocos aviones sin ningún resultado según leemos cada día. El gobierno de Obama no termina de entender qué pasa; la ONU se limita a condenar el genocidio indiscriminado sin llegar a ningún acuerdo de intervención y la Unión Europea —y la Otan— se solidarizan con los muertos porque todos somos Charlie. Ya, pero el problema es que si me siento Charlie en las manifestaciones posteriores al atentado, también me debería sentirme periodista degollado, cristiano pasado a cuchillo, niña robada, violada y vendida, familia huyendo del sadismo de estos grupos que ya han dicho claramente -lo vuelvo a repetir- que su guerra es contra el mundo de los no creyentes en lo que ellos creen, contra todos y contra todo.

Comprendo que quizás no es muy popular lo que propongo, que siempre hay alguien que levanta la mano y quiere soluciones diplomáticas, retomar el diálogo. El problema es que para ambas cosas hacen falta dos partes y en este caso, una de ellas ni sabe lo que es la diplomacia y ya ha dicho que no hay más dialogo con el infiel que la guerra. Podemos esperar, seguir como hasta ahora, pero así sólo conseguiremos que el día de los arrepentimientos sea demasiado tarde porque el recuento de víctimas haya sido demasiado brutal

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