Gracias porque sí

Sabe cuál es la principal cualidad que tienen en común las personas felices? No es el trabajo perfecto, ni el dinero ni el amor. Lo que tienen en común es que son agradecidas. Y no me refiero a que sean educadas y siempre den las gracias. El tipo de gratitud que muestran las personas felices es una gratitud incondicional ante la vida. Porque, si usted quiere, en cada momento, en cada experiencia y en cada persona, hay algo por lo que puede dar las gracias. Incluso por las cosas difíciles o menos agradables, porque también forman parte de su camino y de su aprendizaje.

Y así, porque según cómo miremos la vida encontraremos cosas que agradecerle o no, la auténtica gratitud no dependerá de lo que nos pase, sino de las gafas con las que lo veamos. De nosotros, y solo de nosotros, depende agradecer cada situación que la vida nos traiga. Y eso, curiosamente, produce una especie de efecto boomerang que hace que lo que demos regrese a nosotros multiplicado. Como dijo Gandhi, «la vida es como un espejo. Si sonrío el espejo me devuelve la sonrisa».

Así que si quiere incorporar el agradecimiento incondicional a su vida, sólo tiene que cumplir dos condiciones:

—No espere a que pase algo para sentir el placer de la gratitud. No espere a recibir para dar, no espere a que le sonrían para sonreír, ni a que le hagan un elogio para hacerlo usted, ni a que le hagan un favor para decir «gracias». La verdadera gratitud no es una respuesta a algo, es una forma de vida.

—Hágalo de corazón y sin esperar nada a cambio. A veces exigimos «ser vistos» sin darnos cuenta de que podemos «ver» antes de que nos vean y de que precisamente ahí está la gracia, en generar felicidad sin motivo aparente. ¿Qué cómo se hace? Ponga las noticias y sea consciente de todos los motivos que tiene para dar las gracias. O cada noche, antes de acostarse, agradezca algo. O busque a alguien que contribuyese de una forma especial a su vida y dígaselo. Incluso puede escribirle una nota de agradecimiento a la vida. Seguro que le responde.