Diario de León

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Como en otro siglo

La fundación fernando de castro no sólo mantiene vivo el pensamiento intelectual de este leonés de sahagún. su sede madrileña es fiel reflejo de la época que le tocó vivir

Busto de Fernando de Castro en otra de las estancias de la fundación madrileña de este leonés ilustre.

Busto de Fernando de Castro en otra de las estancias de la fundación madrileña de este leonés ilustre.

Ponferrada

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Fernando de Castro (Sahagún, 1814 — Madrid, 1874) es un caso excepcional, porque ha ido y venido en el callejero leonés. Le quitaron primero la calle allá en los años 60 del siglo pasado por la de Roa de la Vega y se la pusieron de nuevo en el Área 17, en el cambio del XX al XXI, para que su memoria no se perdiera injustamente para las nuevas generaciones.

Su currículum abarca una amplia vida docente y académica, primero en León, como profesor de Filosofía y vicerrector del Seminario de San Froilán y más tarde en Madrid. Rector de la Universidad Central, académico de la Historia, vicepresidente del Senado y fundador y presidente de varias instituciones, como la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, pionera en su época.

Sin embargo, la historia de este sahagunino es poco conocida. Recuerda Carmelo Lucas del Ser en su obra «Élites y patrimonio en León» la labor de los pioneros de la Comisión de Patrimonio para que León cuente hoy con los dos primeros monumentos de España con declaración institucional: la Catedral y San Marcos. Y Ernesto Escapa, en un reciente artículo de El Filandón de este periódico, se hacía eco también de ese injusto olvido latente que aún perdura: «Nadie recordó entonces —alude a cuando se le quitó la calle— que suyo fue el mérito de impedir el derribo de San Marcos, redactando un elogio histórico y diversas exposiciones dirigidas a la reina Isabel II, a los parlamentarios e instituciones «reclamando la conservación del edificio como monumento histórico y artístico nacional». También cayó en el olvido su protagonismo en la puesta en marcha de la biblioteca pública y del museo provincial, recogiendo las colecciones de los monasterios desamortizados. Y por supuesto, nadie recordó sus gestiones para proveer de fondos la restauración de la entonces decrépita Catedral».

Aquel olvido pasó, aunque tampoco es que sea hoy especialmente reconocido. Y eso que en el último año y medio han sido varios los cursos, conferencias y homenajes coincidiendo con el 200 aniversario de su nacimiento, tanto en Madrid como en León y Sahagún, otra prueba más de su vigencia intelectual.

Pero si hay un lugar que refleja su pensamiento es la sede de su Fundación, en la madrileña calle San Mateo, un edificio que no deja indiferente a nadie, abierto a la modernidad, como siempre gustó a su fundador que, sin embargo, no lo pudo disfrutar.

La Fundación Fernando de Castro es un testimonio de la evolución del pensamiento y la pedagogía durante la segunda mitad del siglo XIX, y eso se refleja en todas sus estancias. Sus techos altos, la decoración, los muebles de época y las colecciones del autor están presentes. Destacan el Salón Principal, donde se siguen impartiendo conferencias y clases magistrales; la Sala de Música, para ensayos y conciertos; la Biblioteca; la Sala de Estudio o el Salón de Muestras, destinado a exposiciones. «La colección de mobiliario docente originariamente procede de la primera sede de la obra de Fernando de Castro de la calle de la Bolsa de Madrid y el segundo conjunto fue adquirido, en el año 1890, para la casa de la calle San Mateo», señala José Miguel Zamoyski de Borbón, coordinador de Colecciones de la Fundación Fernando de Castro.

El conjunto de muebles se ha enriquecido, además, con el paso de los años por diferentes legados de mobiliario y objetos originales del periodo de la Restauración. «Cabe destacar el legado realizado por la familia Muñoz-Yusta, procedente de la antigua fábrica de Apolinar Marcos, así como algunas piezas que fueron propiedad de Su Alteza Real, la infanta doña Isabel Alfonsa de Borbón», señalan también desde la Fundación. Además, varias pinturas forman parte de la decoración, como donación de pintores que han expuesto en su Sala de Muestras.

Edificado entre 1892 y 1893 para albergar las dependencias de la institución, con parte de la fortuna de su impulsor, los planos fueron firmados por Gerardo de la Puente y Pablo Sánchez, aunque luego fueron relevados en la dirección de obra por Manuel Ruiz de Quevedo y Domingo Ortiz de Zárate, dos personajes estrechamente vinculados a la Asociación para la Enseñanza de la Mujer que fundara este leonés.

Aunque el edificio albergó desde el principio actividades como conciertos, exposiciones, entregas de premios, en 1908 amplió horizontes con la apertura de nuevas escuelas (de taquimecanografía, de correos y telégrafos...). Prueba de aquella época son los fondos documentales, como fotos de la Belle Époque (fotografías de promociones de alumnos, recibos de las empresas contratadas o proveedoras de material, diseños de diplomas...) «que atestiguan tanto la naturaleza de las actividades de la Asociación como la importancia que se concedía en ella al decoro y la presentación».

«Con sus archivos y Biblioteca, esta Fundación acerca estos conceptos de las últimas décadas del siglo XIX al siglo XXI. Es un testimonio vivo para investigadores y estudiosos», señala su actual presidente, José María Muñoz Yusta y de Marcos, sobre una casa que sorprende desde el portal de la calle.

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